martes, 2 de agosto de 2011

La Restauración de la pintura del primitivo Simpecado de la Divina Pastora


En el año 2001 fue sometido a un proceso de restauración la pintura representando a la Divina Pastora que formaba parte del primitivo simpecado de la Hermandad. Se trata de un cuadro pintado al óleo sobre lienzo de forma oval, que además de poseer gran valor histórico es de buena factura artística.

El estado de conservación que presentaba era muy preocupante debido a varias causas, si bien, las restauraciones sufridas con anterioridad, carentes de criterio y calidad técnica, son las que realmente han originado los mayores deterioros, principalmente en el aspecto formal y estético.

El trabajo realizado ha consistido en devolver a la obra la estabilidad física necesaria, recuperar las partes originales cubiertas y cambiar el sistema de unión al estandarte para garantizar su conservación futura. Para alcanzar estos objetivos se ha tenido que realizar un proceso complejo y minucioso.

Una vez separada la pintura del terciopelo, que se encontraba pegada y cosida por los bordes, se desprendió una tela de arpillera adherida al dorso de la pintura con gran cantidad de cola y que había originado la deformación del lienzo original. Retirada la arpillera aparecieron varios parches visibles a través de la película pictórica, que fueron eliminados al no cumplir ninguna función.

Estado que presentaba la pintura antes de
la restauración.
Realizada la limpieza de la tela original, ésta se unió a una tela de lino como refuerzo y posteriormen¬te a un panel de policarbonato de 0,5 mm. de espesor, para garantizar la estabilidad del conjunto y evitar la deformación en el terciopelo del estandarte.

El tondo central del primitivo simpecado fundacional de la hermandad pastoreña de Cantillana es un lienzo pintado al óleo, con forma ovalada de 60 x 40 cm. aproximadamente, que representa a la Divina Pastora de las Almas según la versión iconográfica más ortodoxa y antigua de esta advocación. Está atribuido al conocido pintor sevillano de las pastoras Germán Llorente, y se encuadra dentro de la primera mitad del siglo XVIII.
A la estética dieciochesca —terciopelo rojo y apliques de plata— del simpecado en que originariamente estuvo colocado, responde la corona y ángeles de plata sobredorada superpuestos al lienzo.
Ésta es la imagen de la Pastora que presidió todos los rosarios públicos desde la fundación de la hermandad hasta que, en 1805, se estrenó el simpecado blanco de lamé para los rosarios de gala.

En 1849, por deterioro del tejido y falta de decoro del primer simpecado, se trasladó su pintura a otro nuevo "Encarnado también, pero bordado en oro por la hermana fervorosísima de la Divina Pastora, doña María Josefa Arenas y Rivas". En él continúa este bellísimo icono, que la tradición vincula a la figura de fray Isidoro de Sevilla, recibiendo la veneración de los cantillaneros, que los siguen usando en la mayoría de los cultos de regla y actos extraordinarios celebrados por la hermandad. Durante el proceso de limpieza pueden observarse las pérdidas de pintura original, los repintes y la capa de barniz oscurecido.
La operación de limpieza resultó sorprendente por la cantidad de repintes alterados, hechos al óleo, que ocultaban partes de pintura. Esta circunstancia unida a la película de barniz oscurecido, daba a la obra una especie de pátina de tonalidad oscura que impedía contemplar los valores cromáticos originales.


La pintura está atribuida a Germán Llorente
Liberada la película pictórica de tales añadidos, se retiraron los estucos de yeso que rellenaban las partes donde la película pictórica había desaparecido, muchos de ellos desbordando los límites del daño y cubriendo amplias zonas de pintura.

Las operaciones siguientes consistieron en reponer los estucos ajustándolos exactamente al tamaño y forma del daño, y realizar la reintegración cromática empleando un procedimiento pictórico al agua para evitar la alteración del color.

Finalmente se aplicó una película de barniz semi-mate de resina natural, para homogeneizar el brillo, acentuar la intensidad de los colores y proteger la pintura. Una vez terminada la restauración se procedió a unir el cuadro al estandarte, mediante cosido al terciopelo a través de pequeñas perforaciones realizadas en el perímetro de la lámina de policarbonato.

La fijación de la corona y los ángeles dorados sobrepuestos a la pintura, se realizó con tornillos dorados introducidos en casquillos metálicos que atravesaban el nuevo soporte, colocados en las perforaciones ya existentes. El trabajo concluyó con un artístico galón de hilos de oro enmarcando la bella imagen de la Pastora.

Francisco Arquillo Torres
Catedrático de restauración de la universidad de Sevilla

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