Que la representación de la Madre de Dios en es mayoritariamente entendida por medio de la imagen de la Divina Pastora es tan obvio como la masiva producción de obras a las que dedicamos anualmente esta sección y que fueron elaboradas fundamentalmente para la devoción personal. No hay nada más personal que la persona misma y la “Pastora” que va con ella es sin duda alguna la imagen material más cercana.
Este antiguo alfiler que data de1948 pertenece a Nati Rosa Sanz Sanz. Fue regalado por su abuela a su madre y configura esa representación de la Pastora inmediata a la persona, como medallas de oro que orgullosas lucen las cantillaneras como emblemas de su afiliación. Otra curiosidad es que la obra argéntea fue llevada a cabo por el cantillanero Santos González, popularmente conocido por Santos El Herrero, artesano de la forja cuya inquietud personal le llevó a trabajar de forma altruista en el mundo de la platería. Para el trabajo, que podemos considerar joyería de autarquía, le fue entregado al artesano un duro de plata, una gruesa moneda que fue batida a base de martillo hasta rebajar su grosor y ampliar su diámetro hasta 4 cm. Después fue calado un dibujo de simples líneas enroscadas –con el detalle pastoreño del cayado y el sombrero– y finalmente fue grabado a buril y engastada la fotografía. La instantánea pertenece a un estudio realizado en el interior del camarín en la década de los cuarenta. Puede considerarse esta pieza una joyita antigua con cierto valor sentimental o familiar, pero nosotros hoy queremos otorgarle otro significado: el de la iconografía de la Divina Pastora que está perenne en nuestras vidas desde la cuna a la tumba y que aquí se manifiesta como la creación genuina del pueblo para el pueblo
Antonio López Hernández
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