lunes, 30 de julio de 2012

Pastoreña oración preparatoria

Y entonces Cantillana le reza. Primero en el Altar de cada pecho, en el Camarín de cada vida. Con la Pastora se está a toda hora. La oración que bajo esta luz de mayo se hace Triduo y Besamanos, le pide y le reza con los más puros sabores de la confianza. Ante la Virgen, que tiene en su gracia imaginera el arte pastoreño de Bernardo Gijón, el alma de Cantillana ha ido enriqueciéndose a través de los tiempos. Las fechas y los sucesos se alzan como mástiles llenos de banderas. ¿Qué deciros? Ahora, por ejemplo, se cumplen ciento noventa y nueve años de aquel día en que recibieran los frailes franciscanos de Villaverde, las gentes del Rosario de Belén y del Rosario de la Pastora. Fijaos. Vale la pena. Como fray Isidoro era, por Capuchino, Franciscano, y había fundado aquí la Hermandad de la Pastora, Cantillana le devuelve la finura enviándoles, por dos veces, la más alta y redonda oración mariana, el Rosario, en los dos nombres que mejor la congregan: el belenismo de Belén, por el Portal, y el pastorismo, por la Natividad. Fijaos si era delicadeza. Por esa devoción preparatoria, un cuarto de siglo después, en mil setecientos noventa y cuatro, se alzaría aquí Ermita a la Soledad. Y así, sobre los tiempos, –porque andamos cortos de espacio– ese “pastoreñismo” tiene que ir a los sucesos más entrañables. ¿Qué deciros? Aquel mil novecientos en que vino a bendecir el Camarín el Cardenal Spínola, mi paisano Ilustre, cañaílla colosal en el apostolado, y que aquí se quedó convertido en un pastoreño más, y cartas hay en que se prueba cómo aquel Camarín que regaló doña María del Patrocinio Morillas, fue el ancla que le fondeo a Cantillana. –¿No es bonito y testimonial que el Arzobispado de Sevilla, dijera siempre que sí a todo lo que Cantillana le pedía para la Pastora? Una “misa de alba” –¿cave mayor blancura y finura?– y una fiesta litúrgica; y en los ocho de septiembre, las salve sabatinas cantadas por muchachas cantillaneras y con acordes de violines que es como poner pájaros en la música litúrgica. ¿No es maravilloso que por la fuerza celeste de esa oración diaria a la Pastora, aquí se salvase su imagen “por la pura devoción popular” de la gente? ¿No es oración profunda que por el “pastoreñismo” fuese creado el “Redil” como os decía? ¿No lo es que por aquel Redil se hicieran, en Valencia, las medallas y los cordones de los pastores de la Pastora? ¿Cuánto tendría que decirse de ese modo bucólico y hermoso del marianismo amoroso? Ahí están los honores alcanzados: desde las cartas Reales a las Pontificias con el texto reciente y la rúbrica de Pío XII. Ahí están las gentilezas de la Pastora cantillanera y las Pastoras sevillanas y trianeras cruzándose finuras por María. Ahí están las Protestaciones de Fe en la Realeza de la Virgen. Ahí están las fiestas del Buen Pastor, con los Coros Seráficos y Teológicos deshaciéndose en motetes y laudes. Ahí están las Bendiciones de los Retablos y las Indulgencias. Ahí están las primeras misas de los cantillaneros que fueron al sacerdocio, como aquella, hace años, del Padre Rejos y los Decretos Arzobispales, y esa ceniza perpetua y peregrina en expectación de la otra vida, de Fray Bernardino, que aguarda su resurrección al pie del Altar de la Pastora. Y los ecos resonantes de los Rosarios y las ofrendas de flores de los niños. ¿Donde? Ahí. En el Camarín de cada día y en el Risco de cada hora. Desde este mayo florido y casi trigal, se va al septiembre de cada culto grande y Romería. ¿Y quién se engalana más, la villa o la Pastora? Tanto montan. El Risco. Otro nombre montaráz y eglógico, campero y aromado. Bajo el árbol, Ella. Olor a lentisco, a retama, a romero, a rosas apretadas contra la palma del Ave María. Olor a la ternura del balido de la oveja. Y el redil, el Libro de Reglas, la araña de cristal, el arco, la flor, la impecable blancura del paño altareño. El almendro, el rosal. El paso. Plata en la canastilla. Plata en el candelabro. Blanco y oro los faldones reverenciales. Banderas en los balcones. Banderas en los cruceros. Banderas en las ventanas. Banderas en los labios. Banderas en los ojos. ¡Toda Cantillana va a ser bandera! La diana, el arco de triunfo, y ya impaciente, la cruz de guía y los faroles repujados. En el Simpecado, qué bonito el primor que he leído, las jóvenes casadas, porque la Pastora se hace cortejar por la ilusión que estrena amor y por el amor que estrena ilusión. Sí. Va a salir la Pastora en Procesión. Va a salir, pero antes tiene que ir el corazón del pregonero a decirle en esa oración preparatoria, la que precede, la que hace vitalicia la alegría pastoral del desfile:



¡Qué bien que se te prepara
en la oración cada día,
pastoreña jerarquía
de la Salve más preclara!
¡Qué rosa tiembla en tu cara
la oración cantillanera!
¿A qué sabe, a miel o a cera,
el sabor de tu sonrisa?
¿A qué sabe, a sol o a brisa,
Pastora, tu primavera?
¡Qué bien que se te prepara,
Pastora, sobre tu Risco!
¡A retama y a lentisco
huele el jardín de tu ara!
¡Quién a tu gloria llegara!
¡Sólo la oración te toca!
¡Qué bien te quiere e invoca
el amor cantillanero,
queriendo ser el primero
que se haga flor en tu boca!
En la boca de María
que habla con Dios en el cielo.
¡Qué bien lo sabe el anhelo
de la cantillanería!
¡Por eso está su alegría
del mediodía a la aurora,
preparándote, Señora,
en su Risco de fervores,
para coronar con flores
los ojos de su Pastora!
¡Los ojos de su Pastora,
que son los ojos más bellos!
¡Toda Cantillana en ellos!
¡Al Risco donde Ella mora,
ahora que mayo la adora
con su ternura trigueña,
vamos, para hacerla dueña
de la fe de Cantillana,
con la gracia mariana
de la salve pastoreña!
¡Con la gracia pastoreña
de la salve mariana!
¡Hágase el amor campana!
¡Hágase la cal enseña!
Y por la santa estameña
de la oración labradora,
suba, blanca y rezadora,
Cantillana hasta María,
para besar la alegría
de la Divina Pastora.

Francisco Montero Galvache


Fragmento del pregón de D. Francisco Montero Galvache en 1970 con motivo del CCL aniversario de la fundación de la Hermandad.

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