lunes, 8 de agosto de 2011

"...para que perpetuamente, esté en él la Divina Pastora..."

El legado de Spínola y la familia Palazuelos-Morillas

Se cumplía en el 2001, un siglo de la construcción del camarín donde actualmente se custodia y venera a la Divina Pastora. Desde que a principios del siglo XVIII comenzó la devoción pastoreña en la villa de Cantillana, la imagen de la Virgen, atribuida a Francisco Antonio Ruiz Gijón, recibió culto "colocada en su altar con bastante decencia en la iglesia parroquial". El primitivo retablo del que no tenemos referencia fue sustituido en 1841 por el que vino del convento franciscano de Villaverde del Río, que se colocó en la parroquia a la izquierda de la puerta del Palacio. En él permaneció la Divina Pastora hasta 1900.

Por todos es sabido que ese año fue trascendental en la vida de la corporación pastoreña, pues era la primera vez que un arzobispo sevillano participaba en los cultos principales de una hermandad cantillanera. Aprovechando su estancia en la villa, Marcelo Spínola, quien desde esta fecha quedará vinculado para siempre con la Pastora de Cantillana, realizó la visita pastoral recogiendo, cómo no, las necesidades e inquietudes de los feligreses. Fue el matrimonio formado por Francisco Palazuelos y María del Patrocinio Morillas, que conocían al arzobispo Spínola y colaboraban con el prelado en las importantes obras de caridad que éste realizaba con los más necesitados, el que hospedó en su casa a tan ilustre invitado. Estos tres personajes fueron fundamentales para la realización de un proyecto que la junta directiva de la hermandad venía gestando por los últimos años del siglo XIX: la construcción de un camarín para que la Divina Pastora pudiera recibir culto en él con el decoro y esplendor propios de tan acendrada devoción cantillanera.
Desde 1955, el retablo mayor del desaparecido
convento franciscano de Cantillana enmarca
el camarín de la Divina Pastora.

Para su ejecución, Francisco Palazuelos realiza un año antes de la visita de Spínola las primeras gestiones con el objeto de adquirir el local que ocupaba la casa-taller de la hermandad sacramental, en el que se pensó construir la nueva capilla. La sacramental celebra por ello cabildo general extraordinario: "El doce de septiembre de 1899 previa citación se reunieron en la sacristía de esta iglesia parroquial los señores que abajo firman al objeto de tratar sobre una proposición hecha por don Francisco Palazuelos respecto a la casa-taller de la hermandad [...] para formar en él un camarín a la Divina Pastora, haciendo de su cuenta otra casa igual en el mismo local del cementerio donde se le marque por la hermandad de acuerdo con los señores curas.
Los señores asistentes, creyendo que no ofrece perjuicio a los intereses de nuestra hermandad el pensamiento expuesto, acordaron aceptarlo y nombrar una comisión compuesta de el hermano mayor, mayordomo y secretario para que, en unión de los señores curas, se entiendan con el señor Palazuelos y convengan en nombre de la hermandad lo que crean conveniente."
Firman el acta Antonio Solís Villalobos, Francisco Sarmiento, Bernardo Díaz, Manuel Rivas y Antonio Montalvo, miembros de la junta directiva de la hermandad sacramental.

Un año después de alcanzado el acuerdo, los días 7, 8 y 9 de septiembre se encuentra en Cantillana con motivo de las fiestas mayores de la Pastora don Marcelo Spínola, a quien la hermandad le expone el ambicioso proyecto y todos los pormenores de las obras. El arzobispo da su visto bueno y autoriza que en la parroquia se realicen los cambios oportunos. Finalizada la novena de ese año se formaliza y firma el contrato celebrado por la comisión de la hermandad sacramental con Francisco Palazuelos el 18 de septiembre de 1900, "estando presentes los señores curas". Convinieron entonces que el citado Francisco Palazuelos debía "edificar una nueva casa en la parte derecha de la puerta de entrada del mencionado cementerio en las mismas condiciones de solidez, firmeza y dimensiones que la actual". Durante el tiempo de las obras, "la traslación y custodia de todos los objetos que la hermandad tiene depositados en la indicada casa, así como la colocación en la nueva una vez terminadas" correría a cargo de Francisco Palazuelos. En la tercera cláusula del contrato, los representantes de la sacramental "ceden sin reserva de ninguna especie al dicho señor Palazuelos la casa-taller que posee en la actualidad la referida hermandad para que pueda destruirla y dedicar su terreno a la construcción del camarín expresado".

Muy pronto comenzaron las obras, que consistieron en la apertura del arco a la parroquia y la construcción de la bóveda de la capilla colocada detrás del altar dedicado hasta entonces a las Benditas Ánimas del Purgatorio. Para ello, el enorme cuadro de lienzo que formaba el altar de las ánimas fue desmontado, y se trasladó al lugar donde actualmente se encuentra el Santísimo Cristo de la Misericordia, permaneciendo el marco barroco del referido cuadro como parte del retablo del que sería altar de la Pastora. Luego fueron los pinceles del ilustre pastoreño Ricardo López Cabrera los encargados de decorar las paredes y techo del nuevo camarín con las pinturas murales, algunas de ellas conservadas hoy día. Arriba, la gloria de ángeles con la leyenda "Yo doy a mis ovejas la vida eterna"; detrás, la parroquia, el pueblo, las casas, el Guadalquivir en su antiguo cauce por la Alameda, y la legendaria barca-puente para entrar en Cantillana. Por el paisaje descrito pareciera que la Virgen está situada a la altura de la Alquería.

Una vez finalizadas las obras fue colocada la peregrina imagen de la Divina Pastora en su nuevo camarín. Debió suponer todo un acontecimiento local la bendición y dedicación del altar y el camarín, aunque no menor el hecho de ver a la Virgen con paisaje campestre de fondo, algo que resultaba novedoso, pues incluso en el Risco no se introdujo esta decoración hasta que, en 1900, se estrenó el paño pintado por Jiménez Aranda, sustituyendo al anterior que simulaba el cielo con estrellas.

El camarín, tabernáculo de la fe y la devoción de nuestro
pueblo, joyero del más preciado tesoro que Cantillana
posee, su Pastora.
Al lado derecho del camarín se colocó una inscripción con la leyenda: "Este camarín dedicado para que perpetuamente esté en él la Divina Pastora, con autorización del Exmo. Sr. Arzobispo fue construido a expensas de de María del Patrocinio Morillas de Palazuelos en el año de 1901, siendo cura Parroco Don Pedro Daniel Gallardo, y ecónomo D. Teodomiro Buzón y Pérez, Al Señor arzobispo" Spínola y a la señora Morillas les agradeció la hermandad su labor en pro del camarín otorgándoles los nombramientos de Hermano Mayor Perpetuo y Mayordoma respectivamente.
Tres décadas más tarde, en el saqueo de la parroquia de 1936, el camarín sería profanado y semidestruidas sus artísticas pinturas. También desapareció el retablo, salvándose milagrosamente la imagen de la Virgen que se ocultaba en una casa. Sólo la devoción y piedad de los cantillaneros hizo que en poco tiempo se restauraran las pinturas, se colocara un nuevo retablo y volviera la Virgen a su camarín. En 1955 se cambia una vez más el retablo, que es el actual, y el pintor José María Labrador retoca de nuevo las pinturas.

Pese a las remodelaciones, a los cambios de retablo y al haber recibido culto en varios altares de la parroquia, uno sólo ha sido, y así lo será perpetuamente, el camarín que en el alma cantillanera ocupa desde 1720 la Divina Pastora. Este se materializó en 1900 y desde aquella lejana fecha, y gracias a la bondad de don Marcelo, a la dedicación de don Francisco Palazuelos y a la generosidad de doña María del Patrocinio Morillas, posee la hermandad en la parroquial su capilla propia, erigida como tabernáculo y relicario en que custodiar la imagen preciosa de su más querida y célebre devoción

Francisco Manuel Duran Gallardo

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