Prueba de que el arte puede estar construido en toda una infinitud de materiales es esta obra elaborada en plata de ley, configurando un medio relieve donde la Divina Pastora se asoma, en una peña con alrededores vegetales, desde una cartela bordada en hilo de oro. Se trata del tondo del simpecado verde que regalara el matrimonio formado por José González Villarreal y Dolores Gata Baño en el año 1966 y que durante 33 años asistió en la carreta de plata a la romería pastoreña. La obra de la que queremos hoy hablar fue ejecutada por el orfebre sevillano Manuel Villarreal en aquel mismo año para ser encajada en el nuevo simpecado que estaba bordando Dolores y fue donada, en el conjunto de la insignia, por este matrimonio pastoreño.
Está labrada en una lámina de plata con la técnica del repujado, siguiendo como modelo una fotografía de la Divina Pastora (pensamos que del estudio de Albarrán) donde se presenta a la Virgen de frente, con la única compañía del cordero Inmaculado. Lleva en la mano el báculo pastoril y alrededor de la cabeza una diadema de estrellas, ambos detalles sobredorados. En el margen inferior se sitúa una filactelia con la leyenda donado por D. José González y Sra. Dña. Dolores Baño de González donde queda constancia patente de los autores de la donación.
Más allá de su envergadura artística, esta pieza es un objeto más producido alrededor de la devoción a la Pastora en Cantillana, fabricados todos ellos para copiar, como decíamos al principio, los aspectos más fundamentales del principal icono cantillanero, de manera que sirvan de imagen sustituta en las ocasiones
necesarias. Esta forma de vicaría la ha ostentado singularmente el relieve de plata al que nos referimos. Durante las jornadas romeras recordaba al peregrino que la Virgen va siempre a su lado. En la actualidad, esta función le ha sido otorgada a la carismática pintura primitiva, orgullo de la hermandad por ser posiblemente el primer icono de la Divina Pastora venerado en Cantillana. Sin embargo por ello el relieve de plata no ha perdido su función sustitutoria, encaminada ahora a representar esos carismas en romerías más lejanas. Baste sólo recordar su presencia ante el memorable Juan Pablo II en la peregrinación a Roma de 2002.
Está labrada en una lámina de plata con la técnica del repujado, siguiendo como modelo una fotografía de la Divina Pastora (pensamos que del estudio de Albarrán) donde se presenta a la Virgen de frente, con la única compañía del cordero Inmaculado. Lleva en la mano el báculo pastoril y alrededor de la cabeza una diadema de estrellas, ambos detalles sobredorados. En el margen inferior se sitúa una filactelia con la leyenda donado por D. José González y Sra. Dña. Dolores Baño de González donde queda constancia patente de los autores de la donación.
Más allá de su envergadura artística, esta pieza es un objeto más producido alrededor de la devoción a la Pastora en Cantillana, fabricados todos ellos para copiar, como decíamos al principio, los aspectos más fundamentales del principal icono cantillanero, de manera que sirvan de imagen sustituta en las ocasiones
necesarias. Esta forma de vicaría la ha ostentado singularmente el relieve de plata al que nos referimos. Durante las jornadas romeras recordaba al peregrino que la Virgen va siempre a su lado. En la actualidad, esta función le ha sido otorgada a la carismática pintura primitiva, orgullo de la hermandad por ser posiblemente el primer icono de la Divina Pastora venerado en Cantillana. Sin embargo por ello el relieve de plata no ha perdido su función sustitutoria, encaminada ahora a representar esos carismas en romerías más lejanas. Baste sólo recordar su presencia ante el memorable Juan Pablo II en la peregrinación a Roma de 2002.
Antonio López Hernández
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