viernes, 19 de febrero de 2010

… conozco a mis ovejas y ellas me conocen

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Queridos pastoreños y pastoreñas, ovejas del único redil convocado por Cristo bajo la intercesión siempre presta y solícita de nuestra Pastora Divina.

Dios mediante, el próximo domingo supondrá uno de esos días importantes para la existencia de nuestra hermandad. Será un día en el que, regido por reglas democráticas legitimizadas por la autoridad eclesiástica competente, los hermanos que integramos tan honrosa corporación decidiremos el destino de la misma para los próximos seis años. Holgaría decir que toda decisión a la hora de contribuir en la orientación de una hermandad a través de su Junta de Gobierno exige de nuestro voto una meditación seria y una elección tomada realmente en conciencia, ese don de Dios que hace responsable de sus actos a la persona y que se constituye en sagrario de ésta. Es ley de vida: toda acción conlleva una repercusión. Los animales no saben esto, más bien se dejan llevar por el instinto animal. Los seres humanos, sin embargo, somos capaces de pensar y saber otear y descubrir intuitivamente desde la conciencia lo que verdaderamente es verdadero, bueno y justo. Dejarse llevar por lo contrario daría, lo que suele decirse, “remordimiento de conciencia”.

Pues bien, la candidatura encabezada por Antonio José Castaño me pide que dirija algunas palabras como sacerdote-pastor que soy a todos los que leen estas líneas internáuticas. Lo primero que he de decir es que siempre he intentado actuar e intervenir en la vida de nuestra hermandad en conciencia, sin dejarme “comer” la cabeza por nadie. Siempre he dejado bien claro mis opiniones sobre los aciertos y desaciertos avenidos y realizados en el seno de nuestra hermandad. Siempre he procurado prestarme a todo aquel que solicitara mis palabras de orientación y de recomendación, unos lo han hecho y otros no, de lo cual se infiere que no es que yo “tome parte” de “una parte” o de otra, sino más bien, que una me “tomó en parte” y otra no. Si la candidatura de Antonio José Castaño me pregunta que me parece su proyecto de hermandad, creo que es justo y honorable como hermano que responda. Algunos dicen por ahí que no tendría que haber “tomado parte” por nadie y que me tendría que haber mantenido neutral. Miren ustedes, el neutro es tibio, y lo tibio, que ni es frío ni caliente se acaba vomitando. Todos pueden opinar al respecto del “monotema” que acucia nuestras mentes pastoreñas desde hace meses, y yo, como soy lo que soy, debería de estar callado. Pues no, pienso que decir la verdad nunca hace daño y creo tener la suficiente madurez humana, varonil, cristiana y pastoreña para pensar y decidir en conciencia por mí mismo lo que es beneficioso para la hermandad, y si la candidatura mencionada solicita mi opinión, la haré ejerciendo el deber y el derecho que en ello me va. Como el Buen Pastor dijera, bien conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. ¿Para que engañarnos?

Las ovejas de la Pastora que forman la candidatura de Antonio José Castaño rezuman ilusión, humildad, realismo y unión.

La ilusión se demuestra en el entusiasmo y el fervor con el que se han emprendido en la preparación de una candidatura con visión de futuro, con ganas de rejuvenecer lo que el tiempo había envejecido, con el deseo de nuevas motivaciones integradoras y con el coraje de defender nuestra raíz pastoreña.
La humildad se ha hecho tangible a lo largo de estos días en los que, ha pesar de la lluvia de críticas y de falsos testimonios que sobre sus integrantes y colaboradores falazmente se han levantado, han sabido mantener la compostura y han optado por la cordura.
El realismo corresponde a la sana autocrítica con la que han sabido valorar la situación actual de nuestra hermandad, reconociendo las carencias para saber cómo afrontarlas desde una actitud optimista. Una hermandad no puede ser regida por una sola persona o por una dinastía por muy pastoreña que sea. No es suficiente ser muy-muy-muy-pastoreño a la hora de “gobernar” la hermandad. La nobleza pastoreña de corazón no se riñe con una mente bien preparada e ilusionada.

La unión, sí, la unión, esa de la que tanto se ha hablado durante estos días -¿dónde está la unión de nuestra hermandad?, ¿por qué dos candidaturas?, ¡qué vergüenza!- para añorarla unos y para apropiársela cínicamente o salvadoramente otros. Hemos de partir reconociendo que a nadie le agrada que del seno de su hermandad salgan más de una candidatura, pero lo cierto es que es algo que suele pasar en las grandes corporaciones donde diversas inquietudes o formas de ver las cosas difieren, llevando a sus hermanos a apoyar a una de ellas. Lo grave es cuando en el sano y legítimo ofrecimiento de diferentes propuestas interfieren otros intereses ajenos a los propios de una hermandad -personales, familiares o de amistades- alejándose del objetivo que en verdad debe aunar: el beneficio exclusivo con vistas de futuro para la hermandad. Pretender hacer unión sin tener en cuenta lo que en cabildos de hermanos se decide por mayoría o siguiendo la corriente impositiva de grupos muy focalizados sería un auténtico engañabobos y un voraz, cínico y cancerígeno destino para el buen funcionamiento de la vida de hermandad.

Siempre hemos de procurar la unidad -¡bien sé yo de esto como cura al cargo de una grey!-, pero teniendo en cuenta que la verdad es innegociable y que lo que es bueno y justo ha de primar por encima de lo que unos pocos quieran imponer a la mayoría. La candidatura de Antonio José Castaño ofrece la oportunidad a numerosos pastoreños y pastoreñas de colaborar con los diversos cargos de la Junta de Gobierno, sin miramientos prioritarios de dinastías ni de amiguismos. Lo que a todos estos colaboradores les prima es el amor por la Pastora Divina y la prosperidad de su redil. ¡Esto sí que es pretender hacer unión! ¿Cómo puede partir la unión de una hermandad desde la imposición innegociable de ciertos dirigentes y el “mareo de perdiz” a los que llevarían a sus miembros? En la misa de acción de gracias por mi tesis ante el camarín de la Pastora Divina creí oportuno insistir en la búsqueda de diálogo y en la unión que debía imperar en nuestra hermandad y que ya por entonces, como meses ha, brillaba por su ausencia.

Entonces, paradójicamente, algunos que ahora alardean de querer aunar tacharon de no haber sido oportuno aquel llamamiento a la unidad. Para unir hay que ser honesto e integrador, y creo que ambas cosas las tiene la candidatura de Antonio José Castaño, así como los centenares de pastoreños y pastoreñas que quieren colaborar con ellos.
Aún a sabiendas de lo que amenazadoramente algunos piensen sobre lo apropiado o no de mi intervención, creo desde lo más hondo de mi corazón sacerdotal y pastoreño que hago bien en no engañar mi conciencia, en confesar que no hago mal a nadie en reconocer a esta candidatura tan venturosa y prometedora, en esperar -ya tarde- que otros también me pidan consejo, en querer libre y espontáneamente manifestar qué es mejor para nuestra hermandad, y sobre todo, descubrir con ello mi veneración más profunda a nuestra benditísima y siempre bienaventura Pastora. Ante ella no cabe vacilación ni engaño alguno. Bien sabe ella lo que mueve nuestras intenciones y lo que esconde el corazón de cada una de sus ovejas: conozco a mis ovejas…
¡Pon tu mano Pastora bendita en esta hora tan crucial para tu rebaño!

Rvdo. Alvaro Román Villalón, Pbro.
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2 comentarios:

Mari Carmen dijo...

Con tus palabras nuestros comentarios sobran. MUCHISIMAS GRACIAS PADRE ALVARO!!

Anónimo dijo...

ROMA LOCUTA, CAUSA FINITA. mi enhorabuena atood los que habéis hecho posible este gran logro, exponer tantas sensaciones y proyectos magnificos de una forma tan impecable ya es un verdadero logro. Solo quiero deciros que este despliegue de fuerzas y de sentimientos sinceros por el futuro de nuestra hermandad no puede caer en desgracia, el domingo la Madre de Dios pondrá su mano.