miércoles, 19 de septiembre de 2012

Luminarias de la noche


Amanece en sobresalto Cantillana en la jornada más romera y más festiva del calendario cuando es septiembre es ocaso y deja vislumbrar ya las luces pardas del otoño inminente. Despierta Cantillana con la alegre diana de cohetes y tracas, pólvora quemada en honor y gloria de la Virgen más romera y más campera, anunciando que comienza el camino esperado, entre las notas que regalan la gaita y el tamboril de Celedonio con las primeras luces del día.

Miles de peregrinos se ponen también en camino cuando las calles centenarias se adornan con volantes de mil colores y se cubren con sombreros de ala ancha. Flamencos, caballistas y gitanas se cruzan desde muy temprano por las calles de Cantillana cuando presurosos caminan buscando a una misma Madre. La Pastora los aguarda, impaciente pero contenta, después de cuatro caminos.

Cinco años esperando, dicen que lleva el Niño.

Es romera Cantillana por ser Pastora su reina. Quiso Dios que su Madre lo fuera también de este pueblo y no le puso coronas, ni joyas, ni abalorios, ni tronos inalcanzables de tan altos.

Cinco años esperando, dicen que lleva el Niño.

Dios quiso que su Madre fuera Pastora nuestra. Y le montó un altar hecho de monte y lentisco; flores del campo por pedestal. Quiso Dios que su Madre fuera Pastora nuestra, también en los campos: río, camino y maleza. ¿Qué es la vida si no? Un camino a seguir, un río que fluye sin parar y aguas que han de abrirse paso entre las maleza que surge por doquier a lo largo de los años. ¿Qué es la vida, si no una romería?

Cinco años esperando, dicen que lleva el Niño.

Para eso está su báculo, para atemorizar todo lo que pueda poner en peligro la vida de sus ovejas. Ruega por nosotros, Pastora, terror de los demonios que en el mundo son.

Cinco años esperando para que se llene tanto espacio vacío entre cuatro columnas de plata.

Esta noche no ha dormido, dicen el Pastorcito Divino. Tan inquieto está, por hacer mañana el camino.

Un camino que comienza con las primeras luces para hacerse poco a poco, como Ella se hace con los ojos de los que la miran desde cualquier esquina el sábado de romería. Y así, poco a poco, el camarín se hará carreta de plata, y el pueblo se hará campo, y la carretera, río, y la parroquia, blanco santuario.

Cuando las sombras se hacen con el paisaje, la explanada de la ermita es un abrazo, de pastoreño a pastoreño: ¿qué más da de dónde se es o de dónde se viene? Uno sólo es el Pastor, una sóla la Pastora que lo engendró y, por tanto, uno sólo es el rebaño: el Pueblo de Dios que en Cantillana es romero cada año por septiembre.

Y entonces, vuelve el Rosario a las bocas pastoreñas a pregonar sus grandezas entre las calles de la aldea.

Las luces de las bengalas, unas horas más tarde, serán también como las Ave Marías del Rosario derramadas sobre las aguas del Viar. Serán esa noche la prolongación de las almas que, a pie o a caballo, quieren acompañarla hasta el final del camino. El río que la recibió con el sol, la despide ahora con mil soles y adioses encendidos.

Luminarias en la noche romera de septiembre, las luces de las bengalas sobre las aguas del Viar son la llama de la fe pastoreña que pervive a los años, a los siglos, con la misma intensidad, alumbrando siempre esa imagen bendita que nuestros mayores nos legaron como la mejor de las herencias.


Porque es de noche y quiere
verle la carita el río,
sus márgenes, cauce y puente
con mil soles se han vestío.
¡Ay, qué momento en la vuelta!
Luces, sombras, humos, brillos
¡Ay, qué estampa más sublime
las bengalas en el río!

Adiós dicen Los Pajares
difuminando sus bríos
tras los dos días que el gozo
tuvo en Lapola y castillo.

Adiós, se despide el campo
con adioses encendidos
y todo el fuego que encierra
el suelo de sus olivos
eleva entre el polvo pardo
su humareda de despidos.

¡Ay, qué momento en la vuelta!
Luces, sombras, humos, brillos
¡Ay, qué estampa más sublime
las bengalas en el río!

Con la romería acaba
este sueño peregrino.
Todo vuelve a Cantillana
y se adentra en el camino
buscando en el vado y puente
luces para su destino.

El ocaso de septiembre
se llena de colorido
y arde en las manos, de aurora
con fulgor agradecido.
¡Ay, qué momento en la vuelta!
Luces, sombras, humos, brillos
¡Ay, qué estampa más sublime
las bengalas en el río!

Y allí que está la Pastora
con su carreta y gentío
envuelta en destello y llanto,
aguas y fuego del río

¡Que viene pa Cantillana!
Y el Viar estremecido
sus márgenes, cauce y puente
con mil soles ha vestido,
porque es de noche y quiere
ver su cara otro poquito
y despedirse de Ella
con adioses encendidos.

¡Ay, qué momento en la vuelta!
Luces, sombras, humos, brillos
¡Ay, qué estampa más sublime
las bengalas en el río!


Fragmento del pregón de la romería del 2000, pronunciado por José María de la Hera Sanchez.

1 comentario:

José Maria dijo...

Se os ha olviddo poner que los versos son de mi gran amigo Luis M. Lopez. Desde aqui mi agradecimiento a él y a este magnifico blog, por hacerme revivir el pregon y aquel año tan especial.