sábado, 25 de agosto de 2012

El Padre Fray Claudio de Trigueros




Antonio Rivera Ruiz (1895 – 1969), conocido como Fray Claudio de Trigueros, fue un monje capuchino, que al margen de su tarea cristiana, paseó en nombre de Trigueros por gran parte de Andalucía.

Antonio adoptó el nombre de “Claudio María de Trigueros” tras su ordenación sacerdotal en la Orden Capuchina el 20 de diciembre de 1924, cuando ya contaba con 29 años de edad. Enseguida destacó por su manera de trabajar y su inteligencia. El Padre Mariano Ibáñez, capuchino de Sevilla, lo define como un monje de los de antes, con una humanidad enorme, de cuerpo grandullón, fuerte, con lucida y solemne presencia y de barba poblada, pero con un alma sencilla como la de un niño. El fraile trigueño fue nombrado, en un principio, guardián del Convento de Capuchinos de Antequera, donde supo adaptarse rápidamente a sus compañeros, pero su excelente oratoria motivó que la Orden le reclamara como maestro de novicios en Sevilla, siendo destinado a la capital Hispalense al aceptar el cargo.

Trigueros fue el pueblo que vio nacer a este singular capuchino, pero si existe una localidad donde Fray Claudio de Trigueros es referente cristiano y persona digna de reconocimiento, esa es Cantillana, provincia de Sevilla. Tanto es así, que Cantillana comparte con nuestro pueblo una calle con el nombre del fraile, y sobre todo este municipio sevillano custodia eternamente los restos del Padre Claudio a los pies de una de las advocaciones marianas más queridas por este monje, la Divina Pastora de las Almas de Cantillana. La labor de Fray Claudio de Trigueros en ese pueblo se puede escuchar por cada rincón de la localidad, los hermanos de la Hermandad de la Divina Pastora no se cansan de pregonar la gratitud al capuchino triguereño por la importante labor que realizó en el pueblo. Fray Claudio acudió la primera vez a Cantillana en misiones populares para propagar la fe a principio de los años 40, a partir de entonces el monje empezó a ponerse en contacto con los vecinos, y sobre todo con las vecinas, quienes hasta entonces llevaban las riendas de la hermandad de la Divina Pastora, ya que las reglas de esta asociación religiosa no permitían a los hombres formar parte de ella. Sería el Padre Claudio de Trigueros, quien del 21 al 25 de abril de 1944 fundaría el Redil Eucarístico de la Divina Pastora de la Almas de Cantillana, una asociación laica formada por hombres y que supuso el inicio de la integración de los varones en la hermandad. A partir de entonces la vinculación de Claudio de Trigueros con Cantillana fue muy estrecha, el monje estableció la mayoría de los cultos que aun se conservan en honor a la Pastora cantillanera. Sus predicaciones en los triduos eran renombradas en toda la comarca, tanto era así que el año que Fray Claudio no acudía, por motivos personales, cuentan los más ancianos del lugar que las gentes se mostraban apesadumbradas y decían "que ese año las fiestas ya no eran las mismas”.

El Padre Claudio de Trigueros además de ser un capuchino serio y coherente con su ejemplar vida conventual, era un hombre de su tiempo, y de su tierra, precisamente Trigueros. Por tanto como buen andaluz, veía en las fiestas y romerías un símbolo de aglutinamiento y realce de la fe y la devoción, por todo ello en 1952, instituyó el acto por el que Cantillana le honra como si de un santo se tratase, la romería de la Divina Pastora. El Padre Claudio animó a todo un pueblo a marchar en peregrinación hacia unos terrenos cerca del casco urbano para orar y festejar la gracia de la Pastora de las Almas, el pueblo respondió y actualmente esta romería es una de las más importantes de Sevilla y Andalucía. Pero si hay algo que los cantillaneros no han olvidado, fueron las palabras de nuestro paisano a las puertas de la Iglesia, el día de regreso de esta primera romería. Ese último día la lluvia hizo acto de presencia, afeando el final de una romería que en su primera edición había calado hondo, sin embargo Fray Claudio de Trigueros alzó la voz y dijo: “ Toda semilla que se planta, necesita de riego para que germine y llegue a ser un gran árbol.  Para todo el pueblo de Cantillana aquel día les hablo un profeta de Dios, que ya aventuró que la romería de su pueblo sería una de las citas más transcendentales del calendario mariano andaluz.

El 24 de abril de 1956 recibe Cantillana la visita pastoral del Excelentísimo y Reverendísimo señor don José María Bueno Monreal, Cardenal Arzobispo de Sevilla, quien se interesa vivamente por la vida de la Hermandad, dándosele a conocer la intención y antiguos deseos de los amantes de la Divina Pastora de erigir una ermita en su honor, a lo que prontamente prestó su paternal permiso. Entre los principales promotores de esta venturosa idea, se encontraban el Padre espiritual de la Hermandad y fundador del Redil Eucarístico, Fray Claudio María de Trigueros y el canónigo sevillano don José Sebastián y Bandarán, los cuales no escatimaron en esfuerzos para ver felizmente terminado tan ambicioso proyecto. Las obras de la ermita comenzaron el 5 de febrero de 1957 y finalizaron el 30 de septiembre de 1960.

Por tanto, no es de extrañar, que tras la muerte de Fray Claudio, el 15 de noviembre de 1969, y una vez transcurrido el tiempo necesario, la Hermandad de la Divina Pastora de Cantillana, reclamara los restos del monje, y les diera sepultura a los pies de la imagen de la virgen, en un multitudinario funeral celebrado el 7 de febrero de 1987, con la presencia del cura párroco de Trigueros, D. Manuel Cumbreras.

El sentimiento de gratitud y cariño hacia el capuchino triguereño era patente en muchos pueblos de Sevilla e incluso en la misma capital. Existen multitud de actos y detalles que recuerdan la profunda labor del Padre Claudio en diferentes hermandades y parroquias. Sin embargo, hay otro hecho digno de mención, tanto por su expresividad como por ser algo poco habitual, y es que para celebrarla vuelta a Sevilla capital del Padre Claudio, después de haber realizado unas misiones, la imagen titular de la Hermandad de Penitencia de la Trinidad, Nuestra Señora de la Esperanza, fue vestida de Pastora en honor a Fray Claudio de Trigueros. Es decir, se vistió a una imagen de dolorosa de Divina Pastora, para celebrar la vuelta de uno de los capuchinos mas queridos a su convento.

La rumorologia popular habla de ya de milagros atribuibles a Fray Claudio de Trigueros. La admiración y respeto en Cantillana y otros lugares de Sevilla por este triguereño ilustre se asemeja en muchas ocasiones a la devoción por un verdadero santo, una santidad que algún día podríamos ver otorgada. Sin embargo, la obra y vida de Claudio de Trigueros, que en estas líneas he tratado de esbozar, merecen ya el reconocimiento de su pueblo, y por ello sirvan estas palabras de pequeño homenaje y ojala su historia no se pierda en el tiempo, y todas las generaciones de triguereños y triguereñas que paseen por el patio del Colegio "Fray Claudio”, sepan quien fue este capuchino serio, pero con alma de niño.

Fernando M. Cuadri
Publicado en la Revista del Santo 2007 (Trigueros)

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