miércoles, 14 de marzo de 2012

Iconografía de la Pastora de Cantillana: En cerámica policroma

Se trata de una obra poco común. En este caso de una escultura de terracota vidriada en colores, una técnica que introdujo en Sevilla el italiano Niculoso Pisano a principios del siglo XVI y que se desarrolló extraordinariamente en el barrio alfarero de Triana. De allí parece provenir esta pequeña pieza de 32 centímetros de altura, en cuya trasera se encuentra la marca de la fábrica de P. Nava, de la que desconocemos su localización.


Su historia -narramos resumidamente- comienza con Antonio García El Barquillero, coronel cantillanero destinado en León, de donde traía alguna que otra novedad todos los años. En este caso parece que fue encargada en Sevilla con el objeto de servir de premio en una rifa que organizaba Josefa Dorado La del Caco, La escultura finalmente quedo en propiedad de la organizadora y por eso es custodiada actualmente por sus descendientes.

El verdadero valor de esta pieza supera el interés artístico -puede considerarse dentro casi de lo popular- para llegar al terreno de lo psicológico, ya que es una buena muestra de la visión que un desconocido puede tener acerca de la Pastora de Cantillana. Es decir, el artesano que la realizó dejó escrito en ella los rasgos que más le habían llamado la atención de la imagen cantillanera. De este modo el colorido diverso, la delicada postura, los grandes pendientes y aderezo, el movimiento enérgico de su manto y la riqueza de sus estofados, la pose enhiesta de la oveja y la belleza -la suma belleza física- pueden ser considerados los rasgos más característicos de la peregrina imagen de la Divina Pastora de Cantillana.

No hay comentarios: