Y en Cantillana, Pastora

El día 8 las campanas de Cantillana, junto a sus compañeras de Villaverde, Lora, Carmona, Utrera,… y una larga lista de pueblos y ciudades de Andalucía y de toda España, se echarán al vuelo con repiques de Fiesta Mayor.


“¡Oh, la más hermosa de las mujeres! Sal y ve tras las huellas de tu rebaño y apacienta las ovejas junto a la cabaña de los pastores”. (Cantar de los cantares, 1, 8).

Con estas palabras del antiguo testamento, el capuchino fray Isidoro de Sevilla, presentaba por primera vez al mundo la Virgen como celestial Pastora de las Almas. Era el 8 de Septiembre de 1703, en la Alameda de Hércules.

Cuentan las crónicas del convento de capuchinos que, estando fray Isidoro haciendo oración en el coro bajo, vio a la Virgen vestida de Pastora y rodeada de ovejas, que le mandaba la dese a conocer así y propagase la imagen de Ella. Desde ese momento, no tuvo otro empeño que dar cumplimiento a la voluntad del cielo, extendiendo rápidamente la nueva _y a la vez, antigua_ advocación y creando hermandades que perpetuasen la devoción a la Madre de Dios bajo tan dulcísimo nombre, tanto en la capital como en distintos pueblos de la archidiócesis, y siendo luego llevada por la orden capuchina al resto de España y América.

Hablando de estas fundaciones de fray Isidoro, José Alonso Morgado en su “Sevilla mariana”, escribe: “No menos célebre fue la de la Villa de Cantillana por los años de 1720, señalándose desde su instalación hasta nuestros días por su fervor y entusiasmo religioso hacia la Divina Pastora, entre todas las demás de que hay noticias”.

Efectivamente, en Cantillana, Condado de los Corzo y Vicentelo de Leca, familia a la que pertenecía fray Isidoro, la llama de la devoción a la Divina Pastora prendió rápida y su hermandad arraigó pronto entre los feligreses de su parroquia, en la que, desde entonces, recibiría para siempre culto la bellísima Imagen de la Señora, obra de Gijón. Todos los días festivos del año, recorría las calles del pueblo el Santo Rosario implorando el patrocinio de la Pastora, como así consta en el archivo de la Hermandad; patrocinio que nunca faltó a Cantillana, que se vio libre de calamidades y epidemias como al célebre fiebre amarilla del año 1800.

Resultaría imposible resumir aquí todos los acontecimientos que figuran los casi tres siglos de devoción cantillanera a la Divina Pastora y a la historia de su Hermandad. Debemos mencionar que esta fue siempre querida y estimada por los arzobispos de Sevilla desde su fundación hasta nuestros días. Y que dos de los prelados llegaron a ser hermanos de la misma como es el caso del venerable cardenal Spínola, nombrado hermano mayor perpetuo tras su asistencia a las fiestas de 1900.

La Hermandad tiene el honor de haber sido pionera en el orbe católico, junto a otras de Sevilla, en el voto y juramento de defender la Realeza universal de la Santísima Virgen. Celebres han sido siempre y siguen siéndolo, las fiestas religiosas que en honor de la Divina Pastora celebra el pueblo de Cantillana, que a lo largo de todo el año vive pendiente de honrar y enaltecer a la Madre de Dios y suya, leal a la herencia de fray Isidoro de Sevilla trasmitida de generación en generación, y de una manera muy especial en este mes de Septiembre, que comienza con su solemne Novena y termina con la tradicional Romería a su Santuario, levantado por la fe y la piedad de todos sus devotos.

Volverán a hacerse realidad las palabras del P. Árdales: “El típico Rosario de la víspera es algo inenarrable. En la función de la fiesta de la Pastora ha de predicar uno de los mejores oradores de España. Y la procesión de la noche con la Imagen entre arcos de flores y luces y el clamoreo del fervor del pueblo, es algo tan emotivo y fantástico que se recuerda como sueño o visión”. La Parroquia será de nuevo el inmenso Risco donde vela la Virgen por sus ovejas. De allí saldrá el Santo Rosario, víspera esperada de las fiestas grande de la Divina Pastora.

El día ocho de Septiembre las campanas de Cantillana, junto a sus compañeras de Villaverde, Lora, Carmona, Utrera,… y una larga lista de pueblos y ciudades de Andalucía y de toda España, se echarán al vuelo con repiques de Fiesta Mayor, porque en el vino al Mundo la que nueve meses antes había sido concebida sin pecado.

Junto a la Virgen vibraran sus hijos en el valle y en la sierra, rebosantes de Gracia, implorando Consuelo, sediento de sus Aguas Santas… Y la primera Estrella anunciará la noche Única de Cantillana, en la que, fiel a la tradición centenaria, La Divina Pastora asomará una vez más a la puerta de su casa para recorrer en triunfo las calles de su pueblo, para recoger las oraciones, las lagrimas y los vivas de su rebaño y llevárselos al cielo entre vuelos de pájaros y pétalos de rosas, cuando el padre Rejos le quite el sombrero en Martin Rey.

Publicado en Iglesia de Sevilla, 7 de Septiembre de 1986