sábado, 3 de septiembre de 2011
“Cantillana su Reina te aclama”
Ninguna otra expresión define mejor que este verso de nuestro triunfal himno lo que septiembre debe que ser para el pastoreño. Fray Sebastián de Villaviciosa resume perfectamente en esta bandera del pastoreño el sentir de “Cantillana, [...] el pueblo donde como Pastora, la quieren más en este mundo…”. Septiembre es Pastora, sólo Pastora, no importa nada más. Todo queda nublado por su presencia. Pese a las crisis, septiembre es Pastora y Pastora es septiembre, casi todo es como siempre. Puede que algunas circunstancias personales lo nublen (motivos familiares, particulares...), pero con las primeras señas de los días grandes de Cantillana, el corazón pastoreño se ilusiona, late más, es imposible querer calmarlo. Al igual que dice la sevillana sobre la ermita pastoreña, nuestra devoción también “tiene puntales, / no la derriba el viento / ni vendavales. / Que sepa el viento / que de fe pastoreña / son sus cimientos”.
Cantillana se engalana, como siempre o mejor que nunca, da lo mismo. Porque es Cantillana, todo el pueblo sin distinción, quien hace la fiesta. En septiembre es inútil querer personalizar: el pueblo, sin posibilidad de concretar barrios ni calles, hace grande este mes. Este noveno mes del año vuelve a ser: rojo y gualda, celeste y blanco, papel picado y guirnaldas de flores blancas, Risco, colgaduras, arañas, torre engalanada, parroquia exultante, noches de novena, tracas y cohetes pastoreños, rosarios, bandas de música, mantillas, nardos, jazmines, almendro, Martín Rey... PASTORA en su máxima expresión, en todos los sentidos.
Pastoreños, septiembre nos viene dado, quizás no como lo hemos soñado durante el largo año que lo precedió, pero es septiembre, el de cada uno de nosotros, el que vivieron y disfrutaron, generación tras generación, cada uno de nuestros predecesores (madres, padres, abuelas, abuelos,...) y, si la Divina Pastora lo permite, vivirán nuestros descendientes. Hagamos este septiembre irrepetible, que cada uno de sus segundos sean intensos, entreguémonos al amor de nuestra Madre, ella no nos defraudará, nunca lo hizo. Vitoreémosla como verdadera dueña de nuestros corazones y mirémosla como auténtica meta de nuestras vidas. Que nuestro septiembre sea plenamente vivido: en lo religioso, su parte más importante y fundamental, y en lo festivo, compartiendo con los hermanos experiencias únicas.
Así lo afirmo y lo defiendo, porque así lo siento personalmente. Porque septiembre es sentimiento, y, por tanto, nada en sí puede ser “como siempre” aunque nos quieran convencer de lo contrario repitiéndolo... En los sentimientos no existen dictaduras ni la posibilidad de hacer ver lo que no es, ni para el que escribe, este u otros artículos, ni para los que los leen. En los sentimientos, gracias a Dios, mandan cada uno y sus circunstancias, individualmente todo es igual, peor o mucho mejor. Cada uno, según la responsabilidad que tenga, puede intentar que septiembre sea, no “como siempre”, que es simple conformísmo, sino mejor que nunca. No nos anclemos, sigamos siendo faro y guía.
Pastoreños, que este septiembre sea único para todos.
¡Viva la Pastora Divina!
¡Viva la Divina Pastora!
¡Viva siempre la misma!
¡Viva con la que nadie puede!
¡Viva la hermandad pastoreña!
¡Viva el orgullo de ser pastoreño!
Antonio José Castaño López
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