jueves, 25 de agosto de 2011

La Luz del Paso

La luz eléctrica del paso de la Pastora es una seña de
identidad de nuestras fiestas que sorprende a la mayoría
de los foráneos. Foto: Roberto Villarrica
La hermandad siempre ha sido pionera en la introducción de muchas de las que hoy se consideran costumbres y particularidades de los cultos y festejos cantillaneros. No vamos a hacer hincapié en algunos aspectos referentes a la organización de los rosarios, las novenas o la procesión, que dejaremos para otra ocasión, aunque en todos ellos la hermandad fue modelo a seguir, marcando las pautas, que posteriormente fueron fielmente imitadas.

En 1919 la hermandad sustituyó el tradicional y acostumbrado alumbrado del paso, hasta entonces exclusivamente de cera, por una novedosa iluminación eléctrica. El cambio fue muy criticado, precisamente por quienes años más tarde acabaron adoptándolo. Debido a hora de salida de la procesión, al caer la tarde, como se decía entonces, el recorrido, al igual que ahora, era eminentemente nocturno. La preocupación y el mayor afán de los hermanos siempre fue que la Virgen estuviese bien iluminada en todo momento, para que pudiera contemplarse en toda su hermosura. De 1863 hay una curiosa referencia en la que se lee que la estación será decorada con cuatro arcos de triunfo iluminados con novedad y profusión durante las primeras horas de la noche para alumbrar la carrera. En este mismo sentido se introdujo también la costumbre de ofrecer luces de bengala a lo largo del recorrido, por la luz blanca y brillante que daban, provocando una visión, casi onírica de la Virgen en el paso.

En las primeras fotos, de la segunda mitad del siglo XIX, que la hermandad conserva, pueden apreciarse los candelabros con velas alumbrando el paso, que fueron evolucionando con los años en calidad y cantidad. Pero la luz de las velas, por muchas que sean estas, puesta al lado de la luz eléctrica, que ya se había popularizado en los hogares cantillaneros a principios del siglo XX, no admitía comparación.

En algunos pasos de gloria, buscando también una iluminación más potente que la que proporcionaban las velas, se introdujeron luces de gas. El acetileno proporcionaba una luz brillante al quemarse, pero tenía en contrapartida el humo negro y espeso que producía su combustión. En algún caso conocido esta circunstancia provocaría oscurecimiento de la encarnadura, hasta el punto de tener que sustituir la imagen.

La última vez que la Divina Pastora llevó en su paso velas de cera fue en 1918. Como hemos dicho antes, el año siguiente estrenó una novedosa y moderna iluminación eléctrica, por la que se pagaron al instalador 2005 reales. La euforia por la luz eléctrica le llegó al árbol y a la diadema de la Virgen, que también fueron instalados con pequeñas bombillas, que desaparecieron con el paso de los años, primero las del árbol y después las de la diadema. La iluminación eléctrica del paso se ha mantenido hasta la actualidad, convirtiéndose ya en algo peculiar, casi una seña de identidad mas, por encima de cualquier posible polémica purista.

Siempre fue motivo de orgullo y satisfacción para los hermanos el que la luz del paso se mostrase clara y brillante durante todo el recorrido. Si en algún caso la luz, por agotamiento de la batería, bajaba de intensidad era una verdadera contrariedad que inmediatamente debía subsanarse.

Uno de los comentarios habituales del día después de la Pastora, cuando antes de almorzar, recién levantados, escuchábamos a los mayores en una tertulia improvisada en la casa de mi abuela, mientras contaban el dinero que habían recogido las demandantes, era siempre: "¡entró con la misma luz que salió!"

Florencio Arias Solís
Publicado en la Revista Cantillana y su Pastora, nº 15, 2010

1 comentario:

nuevotempletillo dijo...

que bella y sublime es la reina de Cantillana!