viernes, 8 de julio de 2011

Cantillana de la Divina Pastora


La implantación de la Hermandad en la vida cotidiana de su zona es claramente notoria, y así se comprueba en multitud de gestos que se dan a lo largo de la realidad diaria de una manera habitual y sencilla. La vida de Cantillana gira entorno a la Divina Pastora y al ciclo anual de sus fiestas. Cualquier persona que visite el pueblo se encontrará con la Divina Pastora en azulejos callejeros, en pinturas y fotos que no faltan en ninguna casa; en medallas y distintivos que todos llevan desde pequeños al cuello o en la cartera. El nombre de Pastora se oye continuamente, pues rara es la familia que no cuente entre sus miembros con alguien que lo lleve desde el bautismo; tanto es así, que fuera de nuestro pueblo al llamar a alguien por Pastora, se la reconoce inmediatamente como natural del mismo. Por otro lado, es habitual inscribir a los niños en la Hermandad desde muy pequeños, haciéndolo coincidir con su bautismo, viviendo por tanto desde sus primeros meses en el seno y espíritu de la Congregación, y participando en sus cultos y demás actos corporativos con verdadero entusiasmo e interés.

Los actos religiosos más significativos de la vida de cualquier cantillanero están ligados a la Divina Pastora. Sirvan de ejemplo las muchísimas parejas que acuden a su Altar para celebrar el sacramento del matrimonio, aguardando listas de espera de incluso un año.

Si todo esto es común y habitual, es lógico que cuando algún cantillanero destaque en algún aspecto de la vida pública o social, llegue hasta allí la Divina Pastora. También en esto hay ejemplos notables. Doña Concepción Pérez Vargas fue una pastoreña más que nació en el siglo XIX, pero su hijo llegó a ser el inmortal Joaquín Turina Pérez, quien dedicó una composición musical a la Divina Pastora del pueblo natal de su madre. Caso también del pintor costumbrista Ricardo López Cabrera, hijo de este pueblo, que dejó para la Divina Pastora las pinturas murales de su Camarín.

La afición a la fiesta de los toros es notable por estas tierras y también toreros ilustres acudieron a la protección de la Pastora haciéndose hermanos: Chimenea, Manuel Rodríguez y sobre todo el tan recordado Manolo Espinosa —Curro Cantillana—, entre otros, llevaron siempre su devoción pastoreña allá por donde triunfaron.

Pero no sólo los hijos de este pueblo. A Cantillana acuden muchas personas, por razones familiares o de trabajo, que también se sienten atraídos por la Pastora y acaban identificándose para siempre con la Hermandad. Aquí podemos señalar a doña Angustias García Parias, pastoreña adoptiva, pues presidió el Rosario de la Divina Pastora como una Cantillanera más y regaló a la Virgen su mantilla de encajes, si bien sólo vivió varios años en Cantillana, como esposa del entonces notario del pueblo don Blas Infante Pérez, padre del andalucismo.

Otros personajes ilustres o conocidos han pertenecido también a la Hermandad pastoreña como hermanos de la misma, honrándose esta Institución de contar entre sus afiliados con Cardenales, Arzobispos, Canónigos, Nobles e incluso SS. MM. los actuales Reyes de España. Además numerosos sacerdotes y religiosos, sobre todo Franciscanos Menores Capuchinos, engrosan el número de miembros insignes de la Hermandad y devotos hijos singulares de la Divina Pastora, de todos los tiempos.

Poetas, pintores, escritores, compositores, cantantes, etc., han glosado y exaltado con sus plumas, sus pinceles, sus voces y todas sus armas a esta Divina Pastora de Cantillana y a la constante y particular devoción de su Hermandad y de su pueblo. Así, dignas de mención son, en este sentido, además de las ya referidas al principio, las publicaciones marianas de los padres don Manuel Martín Campos y fray Sebastián de Villaviciosa, en las que se encuentran encendidos testimonios de la fama pastoreña de Cantillana, refiriendo este último en su obra con cierto gracejo andaluz, lo siguiente: «la pasaron (los ángeles a la Virgen) por Cantillana para que viera bien er pueblo donde como Pastora la quedrían más en este mundo.» Otros escritores y letrados como Manuel Ríos Sarmiento, Juan Fernández, Daniel Pineda Novo, Francisco Montero Galvache, Aurelio Verde Carmona, Manuel Garrido, Manolo Melado, el padre Quevedo, …, han hecho lo propio en sus respectivas épocas.
Por todas estas razones queda más que justificado el título de Cantillana de la Divina Pastora, dos realidades íntimamente unidas en cualquiera de sus aspectos.

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