Al fundarse la hermandad, encargan a Francisco Ruiz Gijón un simulacro de la Santisima Virgen siguiendo el modelo de la pintura de Tovar con la que el Padre Isidoro mostro al mundo la nueva devoción creada por él.
Muy pronto toma arraigo entre los sevillanos la nueva devoción, y al trasladarse años después a la Iglesia de Santa Marina la Hermandad, los ilustrísimos Señores Don Francisco Ignacio Fernández de Santillana y su esposa Doña Inés Cárdenas y Saavedra, Marqueses de la Motilla, cedieron el solar de una vieja capilla, ocupándose Fr. Isidoro de buscar los medios para acondicionarla. El 6 de Enero de 1706 en el Convento de la Encarnación fue bendecida la Imagen de la Pastora, primera en bulto redondo que se realizó en el universo representando a la Virgen como Pastora amantísima de las almas.
En 1732, coincidiendo con el traslado de la Corte a Sevilla, el Rey Felipe V y la familia Real mostraron decidido interés por ingresar en la Hermandad, por el que S. M. fue nombrado con el cargo de Hermano Mayor, atrayendo a la Hermandad a toda la nobleza. Los Soberanos celebraron a expensas suyas varias funciones religiosas a la Pastora, concediéndole una pensión anual de 1.500 reales para perpetuar Su Culto. También concedió Real Cédula por la cual todos los Borbones descendientes ostentarían el título de Hermano Mayor.Por su parte la nobleza siguió el ejemplo Real; como muestra sirva el magnífico Simpecado que regaló el Duque de Osuna con la condición de que fuera portado, en la procesión por un Grande de España en nombre del Rey, lo que se venía efectuando hasta el siglo pasado.
Por su parte el barrio de Santa Marina empezó a mostrar una especial devoción por la Pastora, convirtiéndose en protectora de su collación, devoción que arraigo por toda la ciudad y que hacía que sus solemnes cultos y procesión revistieran una especial solemnidad. Para la novena se instalaba en el amplio presbiterio de Santa Marina un Altar bucólico denominado “Risco” que se convirtió en el altar habitual de las Pastoras.
El 15 de Octubre de 1.823 se fortaleció el carácter Real de la Hermandad al tomar posesión del Cargo de Hermano Mayor, S. M. Fernando VII, inscribiéndose su Augusta esposa y Serenísimos Hijos como Hermanos.
El 2 de Febrero de 1.903 en Cabildo General, se acordó Defender con Juramento de sangre, la Asunción de María a los Cielos en Cuerpo y Alma, Voto de sangre que se realizó el 6 de Septiembre de 1.903. Dicho Voto fue el primero realizado en todo el Orbe Católico en favor del Gloriosísimo Misterio, adelantándose en medio siglo a su Definición Dogmática.Además, con motivo de cumplirse el 2º Centenario fundacional de la Hermandad este mismo año de 1.903, la imagen hizo estación procesional a la S. I. Catedral, donde el Cabildo la recibió con grandes honores y reservándole trato de privilegio el Templo Metropolitano, al cual su paso llegó el 6 de Septiembre.
Muchos más acontecimientos jalona la historia de esta gran hermandad que desde antiguo está agregada a diversas congregaciones, gozando de numerosos privilegios e indulgencias. En 1936 la Iglesia de Santa Marina es incendiada, pero la devotísima Imagen de la Divina Pastora no ardió, siendo la única Imagen que se salvó de la quema. Pero si perdió la Hermandad su sede canoníca y su barrio y se traslada a la Iglesia de San Fernando en el barrio de Santa Cruz y poco después a la Iglesia del ex convento de la Paz, en la calle Bustos Tavera, empezando un largo periodo de decadencia. Desde 1942 está establecida en la Iglesia de san Martin, donde el 26 de Noviembre de 1950, realizó junto a otras corporaciones entre ellas la de la Divina Pastora de Cantillana, el Voto de la Realeza Universal de María, siendo también las primeras en hacerlo en todo el Orbe Católico.
A principio de los años noventa empieza a renacer y la autoridad eclesiástica les sede la Capilla y dependencias del antiguo Hospital de los viejos a la que se traslada tras afrontar una gran restauración del edificio que se encontraba en estado ruinoso. En el año 2003 celebra el tercer centenario fundacional con importantes celebraciones y procesiones extraordinarias a la Iglesia de san Gil y a la Catedral. En el 2005 celebraron el III centenario de la Imagen de la Divina Pastora.
La Imagen de talla de la Divina Pastora, es un icono, de incalculable significación religiosa, histórica e iconográfica, en razón de su primacía universal. Constituye el eslabón inicial de una gigantesca cadena de copias, variantes y nuevas creaciones, esparcidas por Andalucía, España y por el mundo entero. Está realizada en madera de incorruptible ciprés hasta el busto, y el resto en madera de cedro. De tamaño natural (1,27cm), en actitud sedente. Aunque está concebida para ser ataviada con ricas telas, es de talla completa, excepto la cabellera postiza, y los brazos articulados. Estos últimos también estofados y policromados, al igual que el resto del cuerpo. Dicho estofado, oculto bajo los ropajes superpuestos, es de grandes flores multicolores, simbolizando las virtudes y prerrogativas marianas, como así mismo, a la altura del pecho una gran cartela con un sol radiado, también estofado en oro, con el símbolo mariano. Posee un inefable rostro, de los más bellos en la escultura sevillana del Siglo XVIII, según el sentir de muchos tratadistas, su cronología puede fecharse en torno a 1704-1705, pues fue bendecida el día de la Epifanía del Señor de 1705, en el antiguo Monasterio de las Madres Agustinas Ermitañas de la Encarnación, cuyo solar lo ocupa a día de hoy la actual Plaza de la Encarnación.
Con respecto a su autor, los últimos estudios e investigaciones universitarias se decantan por considerarla obra de Francisco Antonio Ruiz de Gijón. El cual se cree, está enterrado en la Iglesia de Santa Marina, justo a los pies donde se encontraba el retablo de la Divina Pastora. Las manos también son muy hermosas, al igual que el rostro, jugando con refinamiento en postura y dedos, que acentúan su gracia femenil y sevillana. Se han llegado a descubrir hasta tres capas de policromías en el rostro, y siete en las manos, todas ellas de buena calidad. La actual, tanto en manos y rostro, de matiz cristalino y aporcelanado, parece ser obra de finales del Siglo XIX. En 1991-1992 el profesor Juan Manuel Miñarro López hizo una profunda restauración con criterio científico y conservador.
Durante ella eliminó postizos interiores de escasa consistencia que formaban el cuerpo desde la cintura hasta los pies, y prolongó la talla desde el busto hasta los pies, completando e igualando la parte que le faltaba, extendiendo e igualando su rico estofado. Asimismo hizo una nueva base o peña de aspecto rocoso, para dejar mejor trabajada la figura del cordero que lleva a su diestra.
Primer plano del encantador rostro de la Divina Pastora
Junto a la Imagen de la Divina Pastora, la hermandad conserva y venera expuesto a la devoción pública en la Capilla, la primitiva pintura de Tovar. Se trata de un lienzo pintado al óleo por el maestro del Siglo XVIII, Miguel Alonso de Tovar en 1703. Fue promovido por el propio Venerable Padre Fray Isidoro de Sevilla, a inspiración suya mediante las siguientes directrices:
“En el centro y bajo la sombra de un árbol, la virgen santísima sedente en una peña, irradiando de su rostro divino amor y ternura. La túnica roja, pero cubierto el busto, hasta las rodillas, de blanco pellico, ceñido a la cintura. Un manto azul, terciado al hombro izquierdo, envolverá el contorno de su cuerpo, y hacia el derecho, en las espaldas, llevará el sombrero pastoril y junto a la diestra aparecerá el báculo de su poderío. En la mano izquierda sostendrá unas rosas y posará la mano derecha sobre un cordero que se acoge a su regazo. Algunas ovejas rodearán la Virgen, formando su rebaño y todas en sus boquitas llevarán sendas rosas, simbólicas del Ave María con que la veneran. En lontananza se verá una oveja extraviada y perseguida por el lobo – el enemigo- emergente de una cueva con afán de devorarla, pero pronuncia el Ave María, expresado por un rótulo en su boca, demandando auxilio; y aparecerá el Arcángel San Miguel, bajando del cielo con el escudo protector y la flecha, que ha de hundir en la testuz del lobo maldito”, para dar a conocer la nueva advocación, antes incluso que la imagen escultórica. Por tanto, constituye también una reliquia trascendental del catolicismo, dada la universalidad que habría de alcanzar la nueva advocación. Tuvo ya en su tiempo la inefable consideración de milagroso, conservándose en el Palacio Arzobispal de Sevilla, las actas de los numerosos prodigios obrados.
Dulce encanto rococó en el aniñado rostro de Nuestra Señora, suavidad de gamas y de tonalidades en el colorido, tierno candor popular en las ovejas del rebaño. Dos ángeles coronan a la Virgen, suministrando así la versión completa, acabada y definitiva de la “Pastora Coronada”, en el sentir de su fundador. Se evidencia gran soltura técnica en la figurita de San Miguel, sin duda porque ese motivo ya existía en la pintura barroca de su tiempo, y no tenía que ser improvisado o inventado desde la nada. Sus medidas son 74 x 56 cm. Está enmarcado por sencilla pero noble moldura de madera dorada en oro fino, completamente lisa, para no distraer de la esencia o imagen fundamental. Durante el año 2002, Joaquín Frías Ruiz intervino sobre el carismático lienzo, eliminando sobre todo, los barnices oscurecidos.
La pintura de Tovar con la que Fray Isidoro dio a conocer al mundo la nueva devocion el 8 de Septiembre de 1703 es venerada y custodiada por la hermandad.
También es titular de la Hermandad Santa Marina, a la que veneran mediante una pintura y una pequeña escultura, ambas de hechura reciente.
Como uno de los más ricos e interesantes, puede calificarse el ajuar de la Santísima Virgen compuesto de varias sayas, mantos, sombreros y numerosas joyas. Destaca el manto procesional, bordado en oro con motivos de roleos y hojas de acanto, destacando su magnífica guardilla perimetral y la blonda de encaje de oro a bolillo que lo circunda. Actualmente se encuentra sobre soporte de raso celeste, pero anteriormente era sobre raso color azul pavo, que es el distintivo de la Hermandad. El manto es una recomposición de tres mantos más antiguos, realizada en el taller de Rodríguez Ojeda a principios de siglo XX.
La saya blanca, bordada en oro a realce, sobre tisú de plata blanco. Es de estilo decimonónico, y parece ser que fue encargada con uno de los tres mantos a juego que actualmente forman el manto que vemos hoy. Primitivamente tenía como final en mangas y saya una greca también bordada en oro, que fue suprimida en el último pasado del bordado que se produjo.
La saya rosa está bordada en oro fino, sobre tisú de plata rosa, tintado especialmente para la Hermandad. Está realizada por los talleres de D. Jesús Mígueles de Utrera, Es de dibujo simétrico, posee rosas y flores bordadas y grandes tallos con hojas de acanto. Fue estrenada en la procesión del año 2002.
Posee un manto de camarín bordado en hojilla y talco, con lentejuelas, todo ello en oro, sobre terciopelo carmesí, actualmente un poco vahído, que le da un toque de gracia muy sutil, y que a simple vista parece de color anaranjado. Es del siglo XIX, haciendo conjunto con este, la saya conocida como “de espejuelos” está bordada en oro, talco, y lentejuelas de oro, sobre tisú de plata en su color, con dos grandes registros, de encajes de oro, muy a la moda del siglo XIX.
Entre sus diademas, destaca una de oro de ley, por los talleres de Orfebrería Andaluza, estrenada en 2003. Y varios sombreros de los cuales sobresale uno antiguo con flores de talco. Para el adorno de la Virgen, posee numerosas y significativas piezas de joyería, todas ellas regaladas por sus devotos, a lo largo de los tres siglos de historia. Destaca entre ellas unos pendientes y broche a juego, de plata con brillantes, regalados en 1730 por la esposa de Felipe V, Dª. Isabel de Farnesio; Broche de oro con esmeraldas, llamado popularmente el panal, Regalo del Duque de Osuna y un Broche en forma de lazo en plata con brillantes, regalo del fundador de la Hermandad, Fray Isidoro de Sevilla.
Como todas las hermandades Pastoreñas, la devoción al Santo Rosario ocupa un lugar preferente y para presidir los Rosarios públicos así como otras procesiones y cultos, posee la Hermandad tres ricos Simpecados.
De los tres destaca el Simpecado de Gala, bordado en 1735 en plata, sobre terciopelo azul. Fue donado en el referido año por el entonces Duque de Osuna D. Manuel Téllez Girón, con la cláusula que debiera ser siempre portado por un Grande de España, y siempre acompañando en todas sus procesiones a la Santísima Virgen.
Como curiosidad decir que la pintura que ostenta, no es la original, ya que la misma fue encargada por el Duque a Tovar, sin límite de precio, siendo la segunda Pastora que pintara y que ha sido calificada como la mejor de todas. La actual pintura es una réplica mucho más pequeña y libre de la original, realizada en 1993, cuando fue pasado el Simpecado en los talleres de Joaquín Ojeda en Écija.
Pintura de Alonso Miguel de Tovar que se encontraba en el Simpecado de gala, sustuida por una copia.
Posee otros dos simpecados en terciopelo rojo ricamente bordados, ambos de gran antigüedad con la particularidad de que usan la misma pintura.
El Simpecado de los Maestrantes fue regalado en 1833 por la Real Maestranza a la corporación por haber realizado Voto en defensa de la Concepción de María, y que su fin es el de ocultar el camarín de la Señora cuando Esta no se encuentra en él.
Del resto de las insignias destaca el estandarte corporativo, bordado en oro a principios de siglo XX, posiblemente en los talleres de Ojeda, sobre terciopelo Burdeos. Es una bandera recogida en su parte baja; y la Bandera del Voto Asuncionista, bordada en oro fino, sobre raso blanco, con cordón celeste en todo su perímetro. Fue donada en 1907, recordando el Voto de 1903, por el entonces Presbítero y Mayordomo, D. Manuel Morante. Se dice que fue bordada en el taller de Rodríguez Ojeda.
Simpecado rojo bordado en oro con pintura atribuida a German Llorente.
La Hermandad conserva un rico ostensorio para la exposición de S. D. M. Realizado en plata y de gran tamaño datado en el siglo XVIII, y otras muchas piezas que engrosan un valioso patrimonio.
El Patrimonio musical de la Hermandad está compuesto de diferentes marchas procesionales, y Coplas para los cultos. Dos Misas del Siglo XIX, varios Tedeum, y Letanías. Así como también los conocidos Gozos de la Divina Pastora, escritos por el P. Verita, religioso capuchino, o el himno de la Divina Pastora, escrito por el P. Fray Buenaventura de la Vega, en el Siglo XIX. Del acerbo musical destaca y llama la atención “las pastorelas”, cantos compuesto ex profeso para que lo interpretasen los zagales que vestidos de Pastores participan en la Procesión. Esta costumbre data de 1.827, cuando previa autorización, se introdujeron en la procesión diez niños de 6 a 10 años con trajes de pastorcillos (traducción a lo campesino de los Seises).
El paso procesional es de madera dorada realizado en 1959 siendo de estilo rococó con incrustaciones de espejuelos. En este paso procesiona por las calles de la zona de la calle Feria y San Luis, coincidiendo con el tercer fin de semana de Septiembre. Desde hace unos años la procesión se dirige a la antigua collación de Santa Marina y transita por la calle Divina Pastora, donde es recibida con lluvia de pétalos de flores y fuegos artificiales. Previamente se celebra en vísperas de la salida un Rosario presidido por el Simpecado.
El paso de la Divina Pastora, de estilo rococó.
Otros cultos de la Hermandad son el Triduo y la Función Solemne en Mayo o la celebración de la Inmaculada durante la cual se expone la Imagen de la Virgen a la veneración de los fieles en devoto besamanos. La hermandad mantiene la celebración de la Candelaria, así como al bendición de animales coincidiendo con la fiesta de san Antonio Abad. Finalmente dedica cultos a San Miguel Arcángel, mayoral del Rebaño, al Beato Marcelo Spínola, al Beato Diego José de Cádiz, a Santa Ángela de la Cruz y a Santa Marina; y en Noviembre Misa de Exequias por todos los hermanos difuntos coincidiendo con el aniversario del óbito de su fundador, el Venerable Padre Fray Isidoro de Sevilla.
La Divina Pastora expuesta en besamanos en la Fiesta de la Inmaculada Concepcion
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