viernes, 18 de marzo de 2011

Los parientes cantillaneros de fray Isidoro


El capuchino sevillano, fundador de la hermandad, era Vicentelo de apellido y primo de los condes de Cantillana

Muchas veces se ha escrito sobre la relación de los condes de Cantillana con el inicio de la devoción a la Divina Pastora en esta villa y, aunque son escasos los datos históricos que puedan aludir a ello, todos los que conocemos confirman este vínculo.
Los autores que han tratado con cierta profundidad el tema del origen del culto pastoreño en Cantillana y de la hermandad, desde Alonso Morgado en el siglo XIX, pasando por el padre Juan Bautista de Ardales (famoso capuchino) y junto a él otros muchos de su orden, el escritor e historiador Daniel Pineda Novo y, actualmente, el sacerdote cantillanero y recientemente investido doctor Álvaro Román, inciden todos en el hecho cierto de que el fundador y propagador de esta advocación, fray Isidoro, era familiar de los Condes de Cantillana, los Vicentelo de Leca, lo que propició su instauración en la parroquia de Cantillana.
También apuntan todos que pudieron ser ellos mismos los mecenas y donantes de la imagen de la Virgen “colocada en su retablo”, su grupo escultórico y atributos, y del Simpecado primitivo, con su pintura de Germán Llorente y apliques de plata. Todas estas piezas singulares del patrimonio de la hermandad, conservadas hoy como verdaderas reliquias de ese origen son, según los expertos, obras originales del primer tercio del siglo XVIII, lo que confirma la fecha de 1720 que muchas fuentes, la tradición oral y el decreto del Arzobispado de Sevilla especifican como la de fundación de la hermandad.
Ostentaba en esa lejana fecha el título condal don Manuel Vicentelo de Leca y Silva, 4º de este título, 6º Señor de Brenes y biznieto del primer conde. Era primo lejano de fray Isidoro de Sevilla, cuyo nombre en el siglo fue Vicente Gregorio Rodríguez y Vicentelo. Lo normal en la época era la arbitrariedad en el uso de apellidos por lo que el Vicentelo de fray Isidoro no le venía por su madre, como puede parecer, sino por su padre, Pedro Rodríguez de Medina Vicentelo, vastago de Isabel Batallón Vicentelo, casada en segundas nupcias con Luis Rodríguez de Medina. Esta señora, al ser sobrina nieta de Juan Antonio Corzo Vicentelo de Leca (el primer Señor de Cantillana, que compró la villa) y al casarse en dos ocasiones, tendrá el honor de ser prima hermana del primer Conde de Cantillana, Juan Antonio Vicentelo de Leca y Toledo, y la abuela, nada menos, que de Fray Isidoro de Sevilla y del venerable don Miguel de Mañara; de éste por su primer matrimonio con Julio Anfriano del que nació Jerónima Anfriano, madre del promotor de la Santa Caridad.
Habrá quien se extrañe de la diferencia que se hace entre primer Señor y primer Conde de Cantillana, con la confusión añadida que suele provocar la similitud de los nombres. Por ello, debe aclararse que se trata de dos personas distintas: abuelo y nieto. Y es que, mientras Juan Antonio Corzo Vicentelo de Leca fue quien compró la Villa de Cantillana en 1574 a Felipe II y fundó el mayorazgo, su nieto, también Juan Antonio y, por supuesto, Vicentelo de Leca, aunque añadiendo “de Toledo,” ilustre apellido de su madre, sería creado Conde de Cantillana en 1611 por Felipe III.
Al primer conde le sucedería en el título y señorío su hijo primogénito Juan Luis Vicentelo de Leca y Coloma y, a éste, el suyo, Juan Antonio -fue tradición familiar que los varones primogénitos llevaran el nombre del fundador del linaje- Vicentelo de Leca y Silva, tercer conde de Cantillana y Alcaide de los Reales Alcázares de Sevilla a principios del siglo XVIII.
Muerto el tercer conde, le sucede su hijo Manuel, al que antes nos referíamos, conde en tiempos de la fundación de la Hermandad de la Divina Pastora y que falleció en julio de 1750 sin descendencia, por lo que el título, que debía pasar a su hermana María Teresa Vicentelo de Leca, que había muerto en 1720, lo ostentará el hijo mayor de ésta, Fernando de Baeza y Vicentelo. Tampoco Fernando dejó descendencia y su hermano José, que era eclesiástico, Sumiller de Cortina de S.M. y limosnero mayor de Carlos III en Nápoles, 8º Marqués de Montemayor y Grande de España, será 6º conde de Cantillana, y morirá sin hijos en 1770. Lo sucederá entonces en el Condado el hijo primero de su hermana Ángela Dionisia, nacida en 1703 y fallecida en 1766, el también nobilísimo y grande de España, el tres veces Marqués: de Castromonte, de Montemayor y del Águila, y tres veces Conde: de Cantillana, de Garciez y de Valhermoso, Joaquín Lorenzo Ponce de León y Baeza Vicentelo (1731-1807) iniciador de la rama en la que se perpetuará el título hasta nuestros días.
Como el mayorazgo de Cantillana había sido declarado incompatible con cualquier otro por sus fundadores, el hermano de Joaquín Lorenzo, Pedro Ponce de León y Baeza, pleiteará contra su hermano para desposeerlo, en beneficio suyo, del título y mayorazgo, lo que ocurrirá en 1787 cuando por sentencia de Revista del Consejo de Castilla, Pedro se convierta en el 8º Conde de Cantillana. Le sucederá en el título su hijo, nacido en 1790, Juan Antonio Ponce de León y Bucarelli, y a éste el suyo, Juan Antonio Ponce de León y Caro, que nació en Carmona en 1820 y morirá sin descendencia quedando su hermano, Ramón Ponce de León y Caro, nacido en 1823, como 11º conde de Cantillana.
Ramón muere en Carmona a finales del siglo XIX, también sin hijos, por lo que el título de Conde de Cantillana pasa, como hemos apuntado, a la descendencia de Joaquín Lorenzo Ponce de León, concretamente a la de su hijo mayor Antonio María Ponce de León y Dávila Carrillo de Albornoz. Un tataranieto suyo, Vicente Pío Ruiz de Arana y Osorio de Moscoso, probando la legítima sucesión, lo reclamará en 1912, para una de sus hijas, María Isabel de Arana y Montagud, a la que Alfonso XIII le extenderá el título de 12ª condesa de Cantillana.
En la persona de doña Isabel volvieron a estrecharse, después de siglos, los vínculos del histórico título con la Villa de Cantillana y la Divina Pastora, cuando una representación de la hermandad la visitó en su domicilio de Madrid en 1971. Grato recuerdo guardaron durante décadas la condesa y la hermandad pastoreña de esta visita. Su firma en el Libro de Actas de la hermandad, la correspondencia mantenida y unas medallas y un portarretrato de plata con la imagen de la Divina Pastora que se le regaló, así lo han atestiguado todo este tiempo. A su muerte, acaecida en 2006, le sucedió en el título su hijo primogénito, Tirso de Olazábal Ruiz de Arana, actual conde, que ha querido continuar y estrechar esta secular relación y ha honrado a esta ilustre hermandad con su presencia y la de sus familiares en Cantillana el pasado 8 de septiembre en la fiesta mayor de la Pastora e ingresando como hermano. Ha tenido además la deferencia de regalar un artístico tapiz o repostero con el escudo condal para el exorno de la iglesia parroquial en los cultos de la Divina Pastora emulando el mecenazgo de sus antepasados.
Se cierra así el círculo y casi tres siglos después, un noble descendiente de aquellos Vicentelo de Leca, emparentados con fray Isidoro, a los que, tenemos la certeza, les debemos en parte que esta villa sea pastoreña, vuelve a actualizar este vínculo, a personalizar aquel origen insigne y a realzar el presente y el futuro de la devoción pastoreña del Condado de Cantillana.
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Luis Manuel López Hernández
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