Pleitos, suspensiones y auges rosarieros


El Rosario de la Divina Pastora, primer rosario publico de Señoras que se instituyó en la Villa de Cantillana
El prestigioso y letrado Antonio Rodríguez Zapata, por aquel entonces arcipreste y párroco de Cantillana, como vimos en el capítulo anterior, informará a palacio a finales de 1858, de la situación de los dos rosarios de señoras mujeres de la villa, y del deseo de ambos por volver a procesionar, a lo que el Sr. Cardenal accede con la precisa e indispensable condición de que en un mismo día no han de salir los dos. Por ello autoriza al arcipreste y párroco para que, de acuerdo con las personas que representan las dos congregaciones, señale definitivamente los días en que cada una debe salir. El 23 de marzo de 1859 se notifica el auto por el cual, el arcipreste Rodríguez Zapata, después de entrevistarse con las representantes de los rosarios, señala para su salida en el discurso del año, una semana a cada cual, turnando entre sí; y que, mediante a ser la señora mayordoma, y hermanas de la Divina Pastora las que han solicitado y obtenido la autorización, estas empezaran desde luego el turno establecido. No terminaron con esto, ni mucho menos, los escándalos y disgustos, y dos años después, en diciembre de 1860, volvieron a ser suspendidos los rosarios, esta vez por cuatro años y a instancias del poder civil, por petición expresa del alcalde de Cantillana al gobernador eclesiástico.
Ya por estos años se habían extinguido algunas de las otras cofradías y hermandades establecidas en la parroquia, como la antigua de Nuestra Señora del Rosario, o la de San Roque. Continuaban, pero no con el mismo esplendor de otras épocas, la Cofradía Sacramental y la de Ánimas. La hermandad de la Divina Pastora, en cambio, era definida entonces -1882- por el conocido cronista sevillano Alonso Morgado, como de las más célebres, fundada en 1720 y señalándose desde su instalación hasta nuestros días por su fervor y entusiasmo religioso de entre todas las demás que hay noticias. Esto se cumplía no solo con respecto a las demás hermandades Pastoreñas, sino también con el resto de hermandades locales, establecidas o no en la Iglesia Mayor, tales eran el florecimiento, actividad e influencia del rosario y devoción de la Pastora. El propio arzobispo de Sevilla, el cardenal fray Joaquín Lluch y Garriga, se inscribió en la hermandad, le concedió indulgencias, y fue nombrado por esta, Hermano Mayor Honorario en 1882. 
La Divina Pastora en su paso, preparada para su procesión la noche del 8 de Septiembre, Su procesión sin insignias ni cortejo fue modelo para otras corporaciones locales.
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Se conserva un inventario de 1884 en el que se describe la situación de los retablos, imágenes, cuadros, y ornamentos del templo parroquial y del que extraemos algunos datos curiosos como la ingente cantidad de pinturas en lienzo que atiborraban sus paredes o el ajuar del antiguo retablo de la Divina Pastora, traído, como vimos, desde el Convento de Aguas-Santas de Villaverde -tenía ara, lienzo, mantel y ules; seis candeleros grandes, cruz, atriles; dos candeleros más pequeños de metal, cuatro de hierro; dos lámparas de metal blanco, dos arañas de cristal, y cinco cuadros de indulgencias. Llama también nuestra atención la descripción de los estantes situados en la capilla bautismal donde se guardan los faroles y otros objetos pertenecientes a la asociación de la Divina Pastora. Posteriormente este anaquel, reformado y con acceso por la zona del coro, seguiría durante todo el siglo XX albergando las insignias pastoreñas, que actualmente pueden contemplarse en el mismo lugar gracias a la puerta acristalada y moldurón de caoba que se le colocó en 1998. Entre los aumentos del patrimonio artístico y litúrgico de la parroquia, en esta época, cabe citar la adquisición de una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, con diadema de plata, que se colocó en el retablito neoclásico -construido sobre 1850-, de Ntra. Sra. de la Granada, pasando esta de nuevo al retablo del Altar Mayor, pero ahora a la hornacina lateral que ocupaba la imagen de San Benito, y éste a un hueco que había en el altar de San Pedro. También fue colocada en la torre una nueva campana que pesó 380 kilos, fundida en Valverde del Camino por don Julián Ruiz Lavín, con licencia del Excmo. Sr. Arzobispo y que se bendijo y colocó el 16 de diciembre de 1890. El inicio del nuevo siglo traería consigo una visita muy especial a nuestra parroquia y algunos cambios en la distribución de retablos, motivados por la construcción del camarín de la Divina Pastora en 1901. De ello y del trágico episodio de la profanación, saqueo y quema del templo aquel tristísimo 26 de julio de 1936, se ocupará entre otras cosas la próxima parte de este relato sobre la iglesia pastoreña.
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