martes, 22 de marzo de 2011

Iconografía de la Pastora de Cantillana: Pintura al oleo.


Se trata de una pieza que se conserva en el domicilio de la familia Barrera Macías, sita en la calle Polvillo 52. La obra presente fue realizada por Antonio Barrera Sayago a finales de la década de los setenta, representando a la Divina Pastora tal y como se observa en una difundida fotografía a color de 1977. Antonio nació en 1933 del matrimonio formado por Antonio Barrera Sánchez y Ana Sayago Bullón. Es un cantillanero que vivió en la
calle Serafín Sastre número 9 hasta 1971, cuando por motivos laborales se vio obligado a trasladarse a Madrid, donde actualmente vive. Su gran afición a la pintura le llevó a comenzar estudios académicos que pronto abandonó por la urgencia de un trabajo. Cuenta orgullosa su familia cómo con sólo 14 años pintó un hermoso Buen Pastor, además de atreverse con el tema cantillanero por antonomasia: la representación de la Pastora. De sus cualidades artísticas no nos cabe la menor duda y su calidad de aficionado no tiene nada que envidiar a la de muchos profesionales. De hecho, sorprende la agilidad y maestría que muestra en cualquier contexto y el dominio sobre la mancha de color.
Con 22 años pintó con gran soltura el intradós del arco del camarín, reformado por entonces para instalar el nuevo retablo. Es la única obra suya que conserva la hermandad, pues su proyecto para el nuevo lienzo del Risco, de 1983, no fue llevado a cabo. En la obra que analizamos, la Virgen aparece en un ambiente paisajístico, indefinido por la potencia de la pincelada, se divisa el pueblo a lo lejos desde el mismo punto de vista que en las pinturas que José María Labrador hizo en el interior del camarín. Todo ello nos lleva a afirmar que el artista cantillanero utilizó la referida fotografía de 1977, hecha dentro del camarín mientras se producía la ofrenda floral de los niños vestidos de pastorcito, durante los cultos de mayo.
En la imagen luce la gargantilla conocida como la golondrina y los zalcillos de Pastora Castellano, el báculo que regaló Santos Sáenz de Tejada y la diadema de oro. Todo ello fue captado sutilmente por Antonio Barrera, con una técnica tardoimpresionista, a base de poderosas pinceladas que consiguen dar ritmo material al estado bidimensional de un lienzo, en esencia carácter activo, palpitante y vivo a la escena mostrada.

Antonio López Hernández

.

No hay comentarios: