La imagen de la Divina Pastora fue la que inició los besamanos en Cantillana y una de las pioneras de la provincia en ser expuesta a la veneración de esta forma.
Besar la mano que la sagrada imagen de la Pastora Divina tiende dulcemente a todo el que la contempla, es un gesto familiar que la mayoría de los pastoreños y devotos aprenden desde muy niños, repiten durante toda su vida, al menos en dos ocasiones cada año, y forma parte genuina de sus fiestas y cultos. El rito de exponerla públicamente a esta veneración cercana y física cumple este año tres cuartos de siglo y fue el origen, primero, de la fiesta del besamanos y, más tarde, de la simpar romería que pone el broche, en los últimos días de septiembre, a los festejos principales de la Pastora y de Cantillana.
Besar la mano que la sagrada imagen de la Pastora Divina tiende dulcemente a todo el que la contempla, es un gesto familiar que la mayoría de los pastoreños y devotos aprenden desde muy niños, repiten durante toda su vida, al menos en dos ocasiones cada año, y forma parte genuina de sus fiestas y cultos. El rito de exponerla públicamente a esta veneración cercana y física cumple este año tres cuartos de siglo y fue el origen, primero, de la fiesta del besamanos y, más tarde, de la simpar romería que pone el broche, en los últimos días de septiembre, a los festejos principales de la Pastora y de Cantillana.
Las grandes devociones marianas asociadas a una imagen insigne poseen una serie de matices y características comunes que las hacen ser referentes, pioneras y maestras en la veneración a la Madre de Dios y en los gestos de piedad popular que luego son adoptados mayoritariamente por los devotos de la Señora en cualquiera de sus advocaciones, imágenes, fiestas, hermandades, cofradías… La Divina Pastora de Cantillana ejemplifica sobradamente esa vanguardia devocional que ejerce una advocación arraigada y firme. A lo largo de casi tres siglos de historia, la influencia y atracción de esta imagen, el fervor que despierta y que la rodea, y su poder para identificarse plenamente con quien representa, la Santísima Virgen María, que la hacen manifiestamente presente en medio de su pueblo, han sido decisivos en muchos aspectos de la vida no sólo de la multitud de sus devotos, sino de infinidad de personas e instituciones, aunque lo ignoren.
Pocos saben que la Pastora de Cantillana fue, por ejemplo, una de las primeras imágenes de la Virgen en la provincia de Sevilla que tuvo corona o diadema de oro. La estrenó el año del primer Congreso Mariano Hispanoamericano celebrado en Sevilla en 1929. Doce estrellas de oro puro de 22 kilates, cuando las pocas que podían presumir de ello eran la Virgen de los Reyes, la primera coronada en Andalucía en 1906; la de Gracia de Carmona, que posee corona de oro desde finales del siglo XVII; la Macarena, que la estrenó en 1913; o la del Rocío, coronada en 1919. En todo el vasto territorio de Andalucía no había más que una docena de imágenes marianas con corona o diadema de oro en aquella fecha, y una de ellas era la Pastora.
Lo mismo ocurre con esa peculiar forma de exponer a las imágenes a la veneración pública en besamanos, de lo que la imagen de la Pastora fue también de las pioneras y la primera en su pueblo, lo que siempre han llevado a gala los pastoreños. Aunque ya era costumbre en la hermandad besar la mano de la Virgen, y así se confirma de boca de hermanas centenarias, cuando ésta descendía del risco para ser colocada en su paso procesional o en su altar al terminar los cultos principales, en un gesto íntimo y cariñoso, la primera referencia del besamanos oficial de la Divina Pastora, que cierra sus fiestas mayores, la tenemos en 1933. La noticia la recogía la prensa en septiembre de ese año y la redactaba el periodista y abogado cantillanero Manuel Ríos Sarmiento. Literalmente decía así: “y cuando los festejos terminaron, y hubo otra vez que llevar a la Pastora a su altar, no quisieron los pastoreños que subiera por medios mecánicos, tan usados hoy; para subir a la Pastora estaban los brazos de todos los cantillaneros; y hubo que organizar un besamanos para que, quienes no pudieran ayudar a subir a la Pastora, pudieran al menos tocar su imagen; y ante la Pastora , como en Sevilla ante la Virgen de los Reyes, desfiló el pueblo entero con un beso en los labios que al rozar la mano de la Virgen, era muda oración sentida con todo el amor de su alma, rezada con toda su alma hecha amor”.
La elocuencia de estas palabras no deja lugar a dudas sobre lo que venimos afirmando. Incluso la comparación que hace con la Virgen de los Reyes no puede ser más adecuada en este contexto. No en vano, la imagen de la patrona de la Archidiócesis de Sevilla fue también la primera.17 que en Andalucía se expuso en besamanos. Adoptaron rápidamente este devoto gesto y ceremonial imágenes como las de Jesús del Gran Poder y la de la Esperanza de la Macarena, que lo celebró por primera vez en 1925 con asistencia de S.A.R. Doña Esperanza de Borbón. Tan sólo ocho años más tarde de ese primer besamanos de la Macarena, aquellos besamanos íntimos de la Pastora se convertirían en un acto oficial más de culto y veneración, haciendo de Cantillana uno de los primeros pueblos de Sevilla en celebrar un besamanos.
Ahora que cualquier hermandad, cofradía o grupo de devotos expone en besamanos, en algún momento del año las imágenes de sus titulares, independientemente de la devoción que despiertan, de lo que históricamente representan o del carisma de las mismas, conviene recordar que el origen de estas ceremonias que hoy afloran excesivamente por doquier no es realmente muy antiguo, y tiene un fundamento devocional y simbólico que no se da en todos los casos o, mejor dicho, en la mayor parte de ellos. Como en otros ámbitos, las modas, que ponen primero en valor el objeto de su finalidad, terminan por degradarlo convirtiéndolo en vulgar.
El rito y ceremonial del besamanos a una imagen sagrada, principalmente de Cristo o de la Virgen, tiene su origen, como otros elementos del culto y la liturgia, en la adaptación a lo religioso de los ceremoniales regios o protocolos reales. El besamanos del Rey es el acto de pleitesía y sumisión de los súbditos al monarca. Este es también el sentido del besamanos a los sacerdotes el día de su ordenación y el que se dispensa a obispos y cardenales para simbolizar su autoridad espiritual sobre las almas que tienen encomendadas. Al igual que las coronaciones canónicas, y salvando las distancias, el besamanos a una imagen sagrada del Nuestro Señor o de Nuestra Señora, incide en la dispensación de honores reales que hagan patentes, mediante signos visibles y llenos de tradición y simbolismo, la majestad y realeza divinas.
El besamanos del Gran Poder, la imagen de Cristo más venerada en Andalucía, con sus largas colas y la carga emocional del contexto en que se desarrolla es clara muestra de ello. Así mismo cuando fue coronada canónicamente la Virgen de los Reyes se organizó por primera vez su besamanos, en la capilla Real, con su imagen sentada, “llena de majestad, ante la que desfilaros miles de sus vasallos e hijos sevillanos rindiéndole pleitesía con motivo de tan alta distinción”.
La mayoría de estos fundamentos y características que están en el origen de los besamanos se dan también en el de la Pastora de Cantillana: La devoción grande y arraigada, la antigüedad, carisma y atracción de la imagen, su majestad sedente, la posición incluso de su mano diestra que parece mostrarla para que se la besen, su celebración al finalizar los grandes honores que se le dispensan con motivo de las fiestas mayores y es descendida del trono de su risco…
En el ejercicio de ingresos de 1933 registrados en el libro de cuentas de la hermandad aparece anotado el 17 de septiembre “el importe de 125 pesetas con 25 céntimos reunido en el besamanos de la Santísima Virgen”, asimismo en el ejercicio de ingresos de 1935 leemos: “del besamanos a la Virgen 188 pesetas”. Debido a la trágica situación vivida en 1936, ese año se celebró el que podríamos llamar primer besamanos extraordinario, cuando la imagen de la Virgen ocultada durante meses para evitar su profanación fue expuesta de nuevo a los fieles el 30 de julio de 1936. Desfilaron ante ella, nunca mejor dicho, las tropas nacionales bajo el mando del capitán Briones con él a la cabeza, las oficialas de la hermandad y “todo el pueblo de Cantillana sin distinción de clases ni ideas políticas…”. Quedan registrados también en el libro de cuentas los ingresos del besamanos de los años 37, 38 y 39 en plena Guerra Civil, y los de los años de posguerra 1940 al 42 en los que todavía se siguió celebrando al finalizar la novena el día 17 de septiembre.
Fue en 1943 cuando se cambió al día 30, inaugurándose así una nueva jornada festiva que alcanzaría en pocos años un auge y protagonismo excepcional desembocando en la creación de la gran romería anual. En los ingresos de la hermandad del año 43 quedan registradas las cantidades recaudadas en la ya denominada “fiesta del besamanos: reunido para los festejos del besamanos: 3527 pesetas, de las moñitas: 500 pesetas, de la demanda día del besamanos: 874 pesetas y reunido en el besamanos: 931 pesetas”. La suma es un total de 5832 pesetas, un capital para la época que nos demuestra la pujanza de las celebraciones que llevaba aparejadas consigo el acto del besamanos.
La fundación de la romería al pago de Los Pajares el 30 de septiembre de 1952, la construcción de la ermita, bendecida ese mismo día del año 1960 y el cambio en 1974 de la romería y del tradicional besamanos al último domingo de septiembre refrendado por decreto del cardenal Bueno Monreal son hitos en la historia del besamanos y en la configuración de la forma definitiva en que se celebra actualmente. Por ello, cada año, el último domingo de septiembre, la popular romería que se inició con el besamanos, culmina con el besamanos más antiguo y auténtico de cuantos se celebran en Cantillana, y cada cinco, cuando la imagen de la Virgen es llevada al santuario para la romería, el besamanos cambia de marco y resulta aun más multitudinario y devoto.
En 1975, además, la hermandad decidió establecer anualmente un segundo besamanos como finalización de los cultos que se celebran en mayo, y coincidiendo con la ofrenda floral de los pastorcitos en el altar y capilla mayor de la Parroquia.
Hace 75 años, en 1933, la devoción y el culto seculares a la Divina Pastora en Cantillana, a través de su peregrina y carismática imagen, estaban más que consolidados y gozaban de un apogeo sin igual en su entorno. Cuando numerosas imágenes marianas que hoy son conocidas, aún no existían y otras iniciaban vagamente su historia devocional; cuando alguna fue ese año la primera vez que procesionó o fue objeto de una mayor atención y uso para el culto; cuando otras muchas de las que hoy se exponen rutinariamente en besamanos y se encuentran incluso coronadas canónicamente no eran sino un icono más de la Virgen de los cientos de miles que llenan cada rincón de los templos, la imagen dieciochesca, devota y bellísima de la Pastora cantillanera, siempre la misma que veneraron nuestros antepasados, generación tras generación, en la parroquia de la villa, era ya desde hacía décadas la principal referencia mariana de la localidad y una de las más emblemáticas de toda la provincia.
Fue de las precursoras, como en tantas otras cosas a lo largo de su historia, en ser expuesta en besamanos y, sin artificios ni teatros, sin arrogancia ni complejos, descendió desde su trono hasta nuestra altura, para estar cerca de su pueblo todo el año, y otorgarnos el privilegio perpetuo de esa dulce mirada y de esa mano tendida donde reposan los besos innumerables de un amor profundo y verdadero.
Luis Manuel Lopez Hernandez
Publicado en la revista Cantillana y su Pastora de 2008; 75 aniversario del besamanos.
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