No le resulta fácil al autor la elección de los
acontecimientos a relatar en su sección de nuestra revista decana, que este año
alcanza, felizmente, su quinto número y en la que la objetividad y el rigor
histórico siguen teniendo su mejor baluarte. Muchos, variados y trascendentales
han sido los que han jalonado desde su fundación la ya larga trayectoria y
antigua historia de nuestra hermandad.
Una hermandad que nunca tuvo que recurrir a ridículas y
falsas conexiones para ennoblecer sus orígenes y para impregnarse de una solera
y de una antigüedad que sólo a la Historia con mayúsculas le está permitido
conceder. Nuestra hermandad siempre tuvo muy claras sus raíces, sin necesidad
de engrandecimientos foráneos y advenedizos. Antigua hermandad precursora e
inimitable modelo de otras, siempre se mantuvo fiel a la advocación y a la
imagen titular de su Divina Pastora, a la que esta vez no la acompaño de ningún
calificativo, porque al autor le resulta ya imposible expresar por medio de la
palabra escrita lo que llega a sentir y, como él cualquier pastoreño, ante la contemplación
de nuestra entrañable Pastora. Sentimiento que sólo puede ser vivido y
entendido cuando es heredado de unos mayores que siempre, y por encima de todo,
se mantuvieron fieles a Ella, a la que perpetuamente consideraron su más
preciado tesoro. La amaron y la sintieron como nadie y nunca les agradeceremos
lo suficiente tantísima fidelidad.
¡Qué orgullosos debemos sentirnos de nuestros mayores, de
ser pastoreños y de tener la Pastora que tenemos!
Sólo así se pueden entender los interminables chillidos que
daba Ana Valverde Sánchez (la entrañable Anita la Clariana) cuando la tenía
delante.
La Divina Pastora por primera vez en la historia
en una carreta de plata, 30 de Septiembre de 1960. |
Esta vez, el camino trazado por la emoción y el júbilo que
me produce el sólo hecho de pensar que la Virgen visitará de nuevo su
santuario, me conduce inevitablemente hacia las ya doradas hojas de nuestra
vieja hemeroteca en la que se halla impreso en letras de oro uno de los más
felices episodios vividos por nuestra hermandad, y que no es otro que la primera
visita de la Virgen a su ermita con motivo de su bendición e inauguración.
Quiero dedicar este artículo, muy cariñosamente, a todos los
pastoreños que, con su esfuerzo e ilusión, hicieron posible la construcción de
nuestra preciosa ermita y recordar a los que nunca pudieron ni imaginar a su
idolatrada Pastora camino de una blanca ermita enmedio de centenarios olivares,
a la que llegaba, más Pastora y más Zagala que nunca, cobijada bajo el palio de
su campera carreta, después de atravesar los campos y riberas cantillaneros.
Son varios los periódicos que recogen los hechos que nos
ocupan, caso de El Correo de Andalucía y ABC. A éstos hay que añadir la
retransmisión realizada por la emisora de Sevilla de Radio Nacional de España.
A través de todos ellos reviviremos el ambiente de aquel 30 de septiembre de
1960.
Siguiendo al locutor José Luis López Murcia, de los equipos
de Radio Nacional de España que realizaron la retransmisión mencionada, sabemos
que el día amaneció lluvioso, con un cielo plomizo:
“Desde nuestra salida
de Sevilla, una cortina de agua nos impedía la visión clara de este paisaje
vario, distinto, que el camino nos brinda. Los últimos alcores y la cercanía de
los ríos nos ha ido descubriendo esta Cantillana, esperada y ansiada, que nos guarda
la promesa hecha realidad de su devoción por la Divina Pastora, de la que tanto
y tanto nos habían hablado y cuyo recuerdo ha quedado pequeño ante la verdad
inconmensurable y única que, en esta mañana, hemos empezado a vivir junto a
estos cantillaneros que sienten, piensan y viven sólo por, para y en la gracia
de ésta su Virgen pequeña, bonita y dulce, primor de primores, Pastora Divina
de las Almas y protección de éstos sus hijos que a Ella dedicaron generaciones
y generaciones y cuyo amor es tan hereditario como la propia sangre.
Firmemente creemos que
este amor desbordado, con locura, ha obrado hoy el milagro de hacer que el
cielo quede despejado de nubes y estas primeras aguas otoñales hayan huido.
Dejando paso a un día casi caluroso y radiante".
La Divina Pastora saliendo de la Iglesia Parroquial la mañana de aquella romería. |
Para siempre se le quedaron grabados al señor obispo los
momentos vividos en Cantillana junto a su Pastora. Y de ello dejo constancia en
la inolvidable conversacion mantenida con el autor en la sierra madrileña, en
julio de 1984. Al oir el nombre de Cantillana, después de veinticuatro años, no
ceso de derramar elogios y piropos a su Pastora, ensalzando su belleza y su
hermosura: “No he llegado a ver nunca
Virgen tan llena de finura y de gracia [...] y tanto fervor y entusiasmo".
También recordó que fue la primera fiesta andaluza a la que
asistió y donde vio por primera vez a jóvenes ataviados con los trajes típicos
de nuestra región. Este emocionado encuentro hizo que el autor rememorara desde
la distancia la estrofa de nuestra antigua sevillana:
“Dijo el obispo
Pastora Como ésta
yo nunca he visto"
Pastora Como ésta
yo nunca he visto"
Don José Maria Cirarda acabo siendo obispo de Pamplona, y
desde allí volvió de nuevo a Cantillana para predicar los cultos del triduo de
mayo de 1996.
Tras la llegada del prelado a la iglesia, se procedió a
iniciar el traslado de la Virgen, en brazos de sus hijos, hasta la carreta de
plata que, desde hacia algunos años (1956) y hasta el estreno de la nuestra en
1961, nos cedía la Hermandad del Rocío del Salvador de Sevilla por mediación
del pastoreño Manuel Espinosa Duran, muy amigo del, por entonces, hermano mayor
de la citada Hermandad del Rocío, José María Doménech, Esta carreta, me contaba
José Pérez Zamora —mi inolvidable y pastoreñisimo tío Pepe— era trasladada
desde Sevilla tirada por mulos al mando de Antonio Daza Barba “el Mancebo”, al
que acompañaban algunos miembros de la hermandad, como los hermanos Villarreal
o el propio informante. Venía totalmente protegida por una funda de lienzo y en
alguna ocasión, por el asombro de las bestias, llegaron a temer por la
integridad de la misma. Dicha carreta fue vendida a la hermandad de Santa María
del Alcor del Viso.
Histórica entrada de la Divina Pastora en su Santuario por primera vez. |
Y la comitiva se puso en marcha, Iba presidida por el señor
obispo delante de la carreta, que aparecía semicubierta por una Iona ante el
riesgo de lluvia, y a la que seguían numerosas carretas de papelillos. Tras
recorrer el corazón del pueblo se dirigió hacia el santuario, obra del arquitecto
Aurelio Gómez Millán y costeado exclusivamente por las aportaciones de los
hermanos y devotos de esta hermandad, quienes llegaron a organizar la recordada
Fiesta del ladrillo en la que cada uno, según sus posibilidades, aportaba
cuantos podía.
La ermita fue erigida en la finca denominada Olivar de
Lapola, en el sitio conocido por Los Pajares, terrenos donados por Concepción
López Santolalla. El dia 30 de septiembre de 1956, coincidiendo con la romería,
se colocó la primera piedra. Para tal ocasión fue llevado desde la parroquial
el simpecado de la Divina Pastora. Oficio la ceremonia José Sebastián y
Bandaran, canónigo hispalense que, siguiendo el ritual romano, bendijo la
primera piedra.
Una vez en la ermita, la Virgen fue bajada de la carreta por
sus hermanos que, con el mayor de los cuidados. La colocaron en el altar mayor
sobre una peana cubierta de damasco rojo. Desde donde presidio la santa misa
oficiada por el señor obispo -y concelebrada por numerosos sacerdotes, a los
que ayudaron los jóvenes Antonio Solís y Ricardo Laguillo, ataviados con traje
corto- y de cuya platica extraemos algunos párrafos:
“ Qué hermosa es esta
advocación de la Divina Pastora! Era absolutamente necesaria en la devoción
popular. Jesús gusto de decir que El era el Buen Pastor, tanto y tanto, que la
primera advocación, a la que los primeros cristianos rindieron culto, del Señor,
fue precisamente bajo esta imagen del Buen Pastor con la oveja sobre los
hombros. Justo era y necesario que la Virgen tuviera también una advocación de
la Divina Pastora, porque lo es de verdad, de todas nuestras vidas”.
A estos actos asistieron las autoridades locales,
representaciones de las hermandades de Ntra. Sra. de la Soledad, Patrona de
nuestra villa y de Ntra. Sra. de la Asunción de Cantillana, así como de otras
hermandades sevillanas de la Divina Pastora y religiosos de la Orden Capuchina,
entre ellos nuestro añorado padre Claudio de Trigueros.
Más tarde, tuvo lugar el besamanos de la Virgen que, bajada
al presbiterio, recibió el respeto de miles de devotos. Siguiendo la
retransmisión radiofónica podemos vivir el ambiente festivo:
“Terminado el solemnïsimo acto religioso. los romeros se
reúnen en fraternales grupos., extendiéndose por los contornos del santuario,
cobijándose del sol que a estas horas ya abrasa como en pleno verano, bajo los
olivos y en el interior de las múltiples casetas que han sido levantadas frente
al santuario, donde se cantaban sevillanas tradicionales:
Monseñor Cirarda Lachiondo, Obispo auxiliar
de Sevilla, bendijo la Ermita de la Divina Pastora. |
Es morenita la Pastora Divina,
y de la España entera la más bonita.
y de la España entera la más bonita.
De Cantillana estrellita, y lucero
de la mañana.
de la mañana.
Y yo la quiero más que a mi propia vida,
por ella muero.
por ella muero.
Una rosa entreabierta por la mañana,
parece la Pastora de Cantillana
parece la Pastora de Cantillana
y por la tarde,
una vara de nardo
cuando se abre.
Monseñor Cirarda y las representaciones oficiales fueron
atendidas por la hermandad en la casa del Huerto Teruel, propiedad de la
familia Sáenz de Tejada, cuyas salas fueron habilitadas y exomadas para la
ocasión con colgaduras rojas de damasco y con un cuadro de la Divina Pastora.
obra del pintor sevillano Juan Antonio Rodríguez, cedido por los señores
Morejón Oliveros.
Y casi al anochecer, el regreso a su templo parroquial, que
tuvo el mismo exponente de devoción, formando toda la hermandad con la medalla
del Redil sobre el pecho, ensartada en el cordón de seda trenzado en blanco y
celeste, colores de siempre de la hermandad pastoreña, que ya utilizaba desde
su fundación a principios del siglo XVIII. Uso que siempre realizó con mesura y
discreción aplicándolos sólo en los lugares y enseres dignos de ellos.
Tras un triunfal recibimiento en su pueblo, la entrada en la
iglesia parroquial de la Divina Pastora de las Almas fue apoteósica. La Virgen
fue depositada en su camarín y, después del canto de la solemne salve, continuó
en besamanos. Como colofón, una exhibición de fuegos artificiales ponía broche
de oro a tan excepcional jornada.
De por vida quedó grabado este día en la memoria colectiva
pastoreña. Marcó un antes y un después para una romería indiscutiblemente
única, con su propio estilo e idiosincrasia. un espectáculo de luz y de color
en el que se suceden los más bellos momentos y escenas de una estética
irrepetible. Sin embargo, todo queda eclipsado por el incontenible entusiasmo de
los pastoreños ante la delicada y exquisita hermosura de su Pastora amada y por
el delirante fervor que le demuestran sus devotos hijos.
Y en horas de despedida, el autor también lo hace, esta vez,
desde la inquietud y el desasosiego que le produce la emoción al sentir que ya
sólo son días, horas las que faltan para volver a verla, posada majestuosa
sobre su carreta de plata —“¡Ay, que preciosa resulta la Pastora en su carroza¡
"—. Después de cinco largos años que, tan ansiado momento, Hizo interminables.
Basilio Pérez Camacho (q.e.p.d.)
1 comentario:
Qué pastoreño más grande fue Basilio, que goce en el Risco del cielo de la Divina Pastora siempre!
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