Con la llegada de un
nuevo septiembre la parroquia de Cantillana se prepara jubilosa para la
colocación de su simpar Risco, que se alza en la nave central de nuestra
iglesia. El Risco se hace trono cantillanero para que en él se siente la
Madre de Dios y nuestra, Divina Pastora. La Iglesia luce sus mejores galas y se
viste de verde romero y lentisco para anunciar al pastoreño que un nuevo
septiembre está a la vuelta de la esquina. Y es que no se entiende a la Divina
Pastora sin su Risco, ni el Risco sin su Divina Pastora.
Ininterrumpidamente montado para la celebración de la
novena y la fiesta mayor de la Divina
Pastora, hunde sus raíces en el siglo XVIII, y es un atractivo principal de la
fiesta. La devoción a la Divina Pastora llegó a nuestro pueblo en 1720 de la
mano de Fray Isidoro de Sevilla. Este fue quien trajera también consigo la idea
del Risco, para mostrarnos a la Virgen cercana, sencilla y velando en todo momento
por sus fieles ovejas. Desde allí hasta entonces en Cantillana se monta el
mismo risco, cambiando algunos de sus elementos por el considerable daño que
provocan los años y mejorando su sistema de montaje gracias a las nuevas
tecnologías.
En muchos lugares donde llevó la devoción pastoreña Fray
Isidoro de Sevilla, llevó también la idea de montar el risco, siendo el pueblo
de Cantillana el único que lo ha mantenido hasta la actualidad. La admiración
que este altar efímero provoca ha dado lugar a que otras hermandades pastoreñas
deseen e intenten recuperar la tradición del risco y para ello se basen en el
de Cantillana.
El Risco de la Divina Pastora a lo largo de la historia.
Siglo XVIII. No tenemos muchos datos sobre el risco en
esta época, ya que no tenemos aún documentos fotográficos de este, que no
llegarán hasta el siglo XX. Hay que decir que el risco nació cuando empezaba a
aflorar el Romanticismo, acompañado por ese retorno a la naturaleza.
El único dato que tenemos de principios del risco es que es
que como telón de fondo se utilizaba un lienzo que representaba un cielo azul
oscuro repleto de estrellas, haciendo alusión a la copla a la Divina Pastora
que dice: “Yo he visto a las estrellas del cielo azul, mas ninguna brillaba
cual brillas tú”.
Siglo XIX. En este siglo empezamos a encontrar los
primeros documentos que hacen alusión al Risco. En un inventario de 1807 se
reseñan algunos componentes del risco: ocho borregos y 14 bichos. Estos bichos
eran lobos y serpientes que se distribuían por todo el monte y acechaban a las
ovejas.
También tenemos constancia de otros elementos en el risco,
como por ejemplo el molino y la fuente. El agua es símbolo de vida y pureza,
que se recupera a través del Bautismo. La fuente representa a María, la que
trae al mundo la pureza, a Cristo. No podían faltar en el risco, lleno de
simbolismo procedente de las letanías lauretanas, estos elementos. Se trataba
de un pequeño molino de harina que movía las aguas del riachuelo hacia una
fuente de surtidor con cuatro caños.
En una convocatoria de 1856 ya se sabe de la existencia de
agua en el Risco. Se trataba de un riachuelo que corría por la parte derecha
del risco según lo mira el espectador, por una especie de valle. Sobre el
riachuelo se instaló un molino y una fuente que causó asombro a propios y
extraños. En septiembre de este mismo año, el cura y ecónomo José Lozano, que
oficiaba la novena de las fiestas de la Pastora, envió una carta al párroco
titular, Antonio Rodríguez Zapata, que
se encontraba fuera del pueblo. En ella cuenta como la puesta en funcionamiento
provocó tal asombro que se faltó el respeto al lugar santo en que se hallaban ,
teniendo el cura que levantar la voz y ser ayudado por otros clérigos. Esto fue
aumentado porque las misas aún eran en latín y el cura daba la espalda a los
fieles.
Con el paso de los días no se calmó el ambiente y por esa
razón, tras pedir solución al Arzobispado, este dispuso que en el adorno de los
altares no se podían poner figuras en movimiento u otros elementos que
distrajeran a los fieles del principal objeto que los había llevado a la casa
del señor. Así fue como desapareció el molino y la fuente, haciéndolo más tarde
el rio.
Siglo XX. En este siglo ya tenemos los primeros
documentos fotográficos que nos ayudan a ver cómo ha evolucionado el risco
desde su creación hasta la actualidad.
La primera imagen que tenemos es la realizada en 1912. En ella
podemos ver que se ha sustituido en lienzo de estrellas por un paisaje muy del
gusto romántico, con plataneras, árboles y un arroyuelo. Este lienzo fue
realizado por José Jiménez Aranda en 1900 utilizando la técnica al temple. En
lo más alto del risco, sobre la imagen de la Virgen, podemos ver el
Manifestador Eucarístico, cobijado bajo un dosel.
Otra foto que nos sirve para estudiar el risco es la realizada
en 1930. En ella podemos ver que, muy acorde con el espíritu cantillanero, todo
ha ido a más. El manifestador está más alto y hay mucha más ornamentación
floral. Para acceder al Manifestador a colocar la Sagrada Forma antes de la novena,
el cura tenía que subir acompañado de un monaguillo que portaba una vela por
una empinada e inestable escalerilla de madera. Era tanta la preocupación que
esto causaba que, el día después de finalizar la novena, la mayordoma de la
Hermandad pagaba una misa de acción de gracias para agradecer que no hubiese
ocurrido ninguna desgracia durante la misma.
La siguiente foto de la que tenemos constancia es la que fue
realizada en 1935, donde podemos observar una pequeña capilla con su espadaña y
con campanas.
En la foto que se realizó en 1944 podemos ver que desaparece
el dosel y se potencia el árbol que cobija a la virgen. El manifestador ha
pasado a estar sobre la mesa de altar. Han aumentado las “casitas” en el risco
y aparece el Arcángel San Miguel, que en otras fotos no acertamos a ver con
tanta nitidez.
En el año 1983 se tuvo que renovar el lienzo, porque el otro
se había deteriorado. Fue realizado por dos vecinos de la localidad, Antonio Solís
Sáenz de Tejada y Francisco Rodríguez Lobo, siguiendo la composición del
anterior.
Siglo XXI. Una de las novedades principales del siglo
actual es la realización del lienzo que se viene utilizando desde 2007,
realizado por el sevillano Juan Palomo, con pinturas acrílicas de 13x9m y de
forma semicircular en la parte superior.
Se ha querido recrear un escenario natural donde se integra el
risco. Coronado el risco aparece una especie de mandorla de fuego donde se
encuentra el Espíritu Santo en forma de paloma blanca. De Él surge un rayo de
luz que atraviesa toda la escena y se posa sobre la Virgen. Por el cielo
descienden seis ángeles que portan una corona de flores para coronar a la
Pastora. Uno se ellos lleva una cinta en la que se lee: “¡ Oh, Tú, la más
hermosa de las mujeres, pastorea a tus ovejas!”. Bajo estos se aprecia una
vista de Cantillana desde el sur. También vemos el rio Guadalquivir.
Tres siglos en los que el Risco pastoreño ha permanecido igual
que nuestra Pastora Divina, inalterable al paso del tiempo, y siendo para todos
los pastoreños símbolo de su amor por la Madre de Dios y su hijo, el Buen
Pastor.
Yedra López Ríos
1 comentario:
Muy buen articulo, enorabuena Yedra.
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