de oro un sombrero,
que le hicieron los ángeles
de los telares del cielo.
Para que diera sombra
a su carita
espejo donde se asoma,
la gloria misma.
Tiene también dos cejas,
que ni pintadas,
por el pincel más fino
que Dios creara.
De suave terciopelo,
su pelo negro
que morena es la Virgen
que yo más quiero.
Y sus semblante,
tan sonriente
que apaga el leve brillo
de sus collares y sus pendientes.
Su mano delicada
y al mismo tiempo,
tan segura y tan firme
en todo momento.
Su mirada profunda
negras pupilas,
contrastan con el rosa
de sus melillas.
Que tengo yo una Madre,
la más bonita.
La de más señorío,
la más sencilla.
Y la que siendo Virgen,
Madre bendita,
la que además de Reina,
es Pastora Divina.
Antonio Portillo Daza
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1 comentario:
Preciosa canción.
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