Esta antigua y poco conocida Cruz de guía del Rosario, es una de las más antiguas insignias de nuestra hermandad junto al Simpecado fundacional o primitivo. Con ella se daba inicio a los rosarios públicos de la Pastora durante el siglo XVIII y parte del XIX, siguiendo así el modelo procesional de Rosario impuesto por Fray Isidoro de Sevilla en la capital hispalense, que lo había aprendido a su vez de su maestro, también capuchino, fray Pablo de Cádiz. Esta forma de cortejo rosariero: Cruz de guía, faroles en alto, los fieles en doble fila o dos coros, capellán y, cerrando el cortejo, el Simpecado o estandarte mariano acompañado también de faroles en alto, es el mismo que se ha venido manteniendo en la hermandad de la Divina Pastora desde sus orígenes hasta nuestros días y que ha servido de modelo a otros.
La Cruz aparece reseñada en el más antiguo
inventario que se conserva de la Hermandad de la Divina Pastora, el de 1807 donde entre los distintos bienes materiales de la
corporación se describe una cruz antigua
de madera dorada con vara de plata para el Rosario. Esta vara de cañoneras
de plata es la que actualmente posee la rica cruz de guía de plata de ley que
se estrenaría para los rosarios de gala en 1816. A la cruz de madera se le
colocó entonces otra vara de madera con estética decimonónica con la que llegó
hasta nuestros días.
Como el resto de
insignias de la hermandad pastoreña, se ha guardado siempre en la Parroquia de
Cantillana, donde se encontraba, tras varias décadas en desuso por su
lamentable estado de conservación, en el
desván de la sacristía. Tras las obras de restauración del templo en 1990, paso
a otras dependencias de la hermandad hasta que en el año 2000, gracias a la
iniciativa de varios jóvenes de la hermandad se decide restaurarla para
devolverla al uso y culto.
La minuciosa restauración fue llevada a
cabo por el pastoreño y licenciado en Bellas Artes Jesús Morejón Pazos, bajo el
seguimiento de quien escribe, y con la
colaboración del ebanista cantillanero Antonio Payan Calero, que talló en cedro
las piezas que faltaban y le realizó una nueva vara.
Tras el complejo proceso de
consolidación, limpieza y reposición, la pieza recobró su antiguo esplendor y
volvió a utilizarse en el rosario de las vísperas de la romería de 2001. Desde
entonces abre y guía los rosarios públicos de la Divina Pastora que no son de
gala, como el de la aurora y los dos de la romería.
No debemos olvidarnos aquí de la pareja de faroles con los que se hace
acompañar la Cruz de los espejos cuando
sale en procesión. Se trata de dos farolones del siglo XVIII, de vidrio y hoja
de lata calada y dorada con pan de oro, que
fueron sometidos durante varios años a un ambicioso proceso de restauración,
debido al enorme deterioro que presentaban. Finalmente se reestrenaron en el Rosario
de medianoche de la romería de 2009 con sus características varas de madera
tapizadas de terciopelo grana a juego con la de la Cruz. Junto a ella, estos
faroles configuran sin duda una estampa
añeja que nos retrotrae a la estética dieciochesca del auge rosariero.
Es curioso como en estas tres humildes
piezas, que pasan casi desapercibidas para la mayoría, se hayan encerrados
mucha más historia y empaque que incluso en imágenes y enseres posteriores, muy
conocidos o publicitados y a los que, a toda costa, se les pretende dotar de
una falsa antigüedad. Esta vieja Cruz del rosario pastoreño, por sí sola, con
casi tres siglos a sus espaldas, es testimonio histórico más que elocuente, sin
necesidad de fantasear, del origen común y de la raíz compartida de las manifestaciones
festivas de fervor mariano de las que hoy tanto se enorgullece este pueblo.
Quien quiera remontarse a los verdaderos orígenes que siga a esta Cruz, lo
guiará a la parroquia, junto al Simpecado egregio y a la portentosa imagen de
la Divina Pastora. Todo lo demás vino después.
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