“Septiembre se esta cerrando
en su postrera jornada
y la Pastora sonríe en su santuario
y habla en secreto a los romeros
que en pura fiesta la exaltan…”
La última jornada del septiembre de 2010 que para muchos será un día más, no nos va a pasar desapercibida a otros que sabemos de la importancia en la historia de la hermandad pastoreña de una fecha, la del 30 de septiembre de 1960, de la que se cumplen hoy 50 años.
La efemérides de la bendición de la ermita de la Divina Pastora en Los Pajares supuso un acontecimiento singular en la vida de Cantillana que no presenciaba algo igual desde 1795 cuando se bendijo, también con gran fasto, la ermita de la Patrona la Virgen de la soledad.
Como otros hitos de la historia pastoreña de este pueblo: la visita de Spínola, la Primera Romería, el cayado de oro y Tercer Centenario… aquel postrero día del septiembre del 60, sí que quedará grabado para siempre en el mármol de la historia oficial, en la memoria colectiva de los que estuvieron y en la de las futuras generaciones que, sin estar físicamente presentes lo estaban simbólicamente. Multitud de invisibles lazos devocionales, emocionales y afectivos, nos unen hoy con aquella jornada festiva en la que el esfuerzo y entusiasmo colectivo de todos los pastoreños, sabiamente aglutinado bajo la única bandera del amor a la Pastora y el exclusivo interés de la hermandad, alzaron un blanco y ejemplar monumento a mayor Gloria de Dios y de la Virgen.
Mucho se ha escrito de aquel día, ahí están los artículos publicados por Basilio Pérez Camacho, por José María de la Hera, por Florencio Arias Solís, por Daniel Pineda Novo, por los periodistas corresponsales de los periódicos de la época... también los nombres propios de los que encabezaron la gesta y que no son sino representación del pueblo mismo pastoreño: el del capuchino promotor, el del cardenal, el del arzobispo auxiliar, del arquitecto y del maestro de obras, de los albañiles, de la mayordoma, de las oficialas, de los miembros de la junta pro-ermita y la comisión de festejos…
La bellísima imagen de la Divina Pastora fue llevada por primera vez a Los Pajares, la ocasión bien lo merecía, y desde entonces visita periódicamente y en ocasiones extraordinarias su, más que ermita, santuario en palabras del obispo José María Cirarda en el sermón de la bendición pronunciado aquel 30 de septiembre. De ahí la definición que indistintamente se viene haciendo del templo pastoreño: santuario o ermita, ermita o santuario, que lo es más que nunca cada vez que la imagen milagrosa y peregrina de la Pastora se encuentra entre sus robustos muros y es centro de peregrinación y conversión.
Ya ven, medio siglo exacto de aquel glorioso día en que la Virgen tuvo nueva casa en Cantillana… su otra casa. Aunque el pasado fin de semana cuando celebramos nuestra grandiosa romería recordamos la efemérides de estas bodas de oro en la Misa de Romeros, el día de hoy, fecha real de las mismas, no puede pasar desapercibido para los buenos pastoreños, esos de los que se dice que tienen tan buena memoria y que tan en falta se echan ahora... Dios y la Pastora Divina nos la/los conserven muchos años.
Se acaba septiembre. En estas horas postreras del mes grande de Cantillana, recientes los ecos de nuestras fiestas mayores, recordamos entre la admiración y la nostalgia aquella misma jornada romera de 1960, cuando el día 30 era el de la Romería y Besamanos. Elogiamos y agradecemos a los pastoreños que anteponiendo la Pastora a todo, hicieron posible aquella y otras páginas resplandecientes de nuestra historia, y a todas, sin distinción, las generaciones que han edificado este legado valioso de fe y amor.
Luis Manuel López Hernández
Articulo publicado en este blog, el 30 de septiembre de 2010
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