domingo, 21 de marzo de 2010

Orígenes



Para conocer los orígenes de la Hermandad de la Divina Pastora de Cantillana, hay que remontarse a principios del siglo XVIII, a 1703 concretamente, cuando nace en Sevilla, tierra de María Santísima, una nueva advocación mariana, que es a la vez antiquísima, simbólica y única entre todas. Se trata de la Divina Pastora de las Almas, título dulcísimo de la Virgen, que inició y fomentó el Venerable Padre Fray Isidoro de Sevilla, Capuchino, por inspiración del cielo.
Cuentan las crónicas del Convento de Capuchinos, que estando este santo varón apostólico en oración, en el coro bajo del convento, se le manifestó la Virgen con traje de Pastora, mandándole la diera a conocer así al mundo. Para ello funda hermandades o rosarios públicos con ese título, siendo la primera de ellas, la establecida en 1703 en la iglesia de Santa Marina, en Sevilla. A esta seguirán otras en distintos pueblos de la Archidiócesis, como Carmona, Utrera, Jerez de la Frontera, etc. Hablando de estas fundaciones del Padre Isidoro, Alonso Morgado (bibliotecario de la Dignidad Arzobispal de Sevilla) dice que «no menos célebre fue la de la Villa de Cantillana, por los años de 1720, señalándose desde su instalación hasta nuestros días, por su fervor y entusiasmo religioso, hacia la Divina Pastora, entre todas las demás que hay noticia».

El documento más antiguo que se conoce sobre la Hermandad de la Divina Pastora de Cantillana y que da fe, no sólo de su existencia, sino también de su antigüedad, es una carta de don José Ortega, en nombre de la que entonces era Mayordoma, doña Elena de la Barrera y Morales, escrita en septiembre de 1804 y dirigida al Vicario del Arzobispado de Sevilla, donde se halla un testimonio histórico de gran importancia para la Congregación. En dicho documento, se dice: «No hay en Cantillana quien se acuerde, ni hubiere conocido, el principio de la Congregación del Rosario, con el título de María Santísima Pastora, colocada en su Altar con bastante decencia en la Iglesia Parroquial, donde tiene dotada su fiesta el día del Patrocinio y que constantemente ha continuado hasta ahora, saliendo el Rosario en procesión durante todos los días de fiesta. […] El establecimiento del antiguo Rosario en la Iglesia Parroquial (es) de tiempo inmemorial».
De esta misma fecha, se encuentran en los archivos de Palacio Arzobispal, otros documentos parecidos que dan constancia histórica de que por estos años ya estaba establecido el Rosario de la Divina Pastora en Cantillana y que además su institución en la villa era antigua. Según estos documentos, la fecha de fundación de la Congregación pastoreña de Cantillana, podría ubicarse perfectamente en el primer cuarto del siglo XVIII, confirmando así la aportación de Alonso Morgado que la sitúa por los años de 1720.
Entre los títulos de la ilustre casa de los Medina y Vicentelos de Leca, de la más rancia nobleza sevillana, a la que pertenecía el V. P. Isidoro, estaba el Marquesado de Esquivel y el título de Condes de Cantillana. Puede ser esta la explicación por la que el célebre Capuchino, fundara en la villa y Parroquia de la que eran principales benefactores sus propios parientes, la Congregación del Rosario de la Divina Pastora, en el tiempo anteriormente citado, siendo así una de las primeras asociaciones pastoreñas fundadas por éste.
La llama de la devoción a la Divina Pastora, prendió rápida en Cantillana, que se rindió gozosamente a la madre de Dios, conviniendo en la urgencia de adquirir una imagen que la representara como Pastora. Así mismo fue confeccionado un precioso estandarte en terciopelo rojo con galón dorado y apliques de fina plata, en el que figuraba una bellísima pintura de la Pastora de las Almas, con corona igualmente argéntea, atribuida a Germán Llorente. Ambas son las reliquias insignes, que aún hoy se conservan, desde los orígenes de la Hermandad. La sagrada y devota imagen de la Divina Pastora, que siempre ha recibido culto en la Hermandad, es una bellísima escultura de principios del XVIII, atribuida a Gijón, toda de talla y ricamente estofada, que tiene la singularidad de ser la primera de este género que se talló completa.

Como era usual en estas fundaciones, el V. Capuchino, estableció la costumbre de sacar por las calles el Santo Rosario o Corona, siendo esta la principal actividad llevada a cabo por la congregación pastoreña de Cantillana, formada en un origen solo por mujeres. La Función Solemne que dedicaba cada año a su titular, se celebraba en el día del Patrocinio de Nuestra Señora, y de su coste se ocupaba la Mayordoma y la Hermandad del Santísimo Sacramento.
Con todo lo dicho hasta ahora podemos afirmar rotundamente que a finales del siglo XVIII, la devoción a la Divina Pastora y su Hermandad, estaban ya firmemente consolidadas en esta villa. Su Rosario de mujeres establecido en la Parroquia, donde se custodiaban sus insignias, era el único existente en el pueblo, siendo común la estampa del mismo recorriendo sus calles todos los domingos y días de fiesta, alabando a la Virgen e implorando su maternal protección.

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